Empresas y finanzas

"A final serán los ciudadanos los que tengan que pagar los nuevos impuestos"

    El presidente de Fenadismer, Julio Villaescusa. <i>Foto: Nacho Martín</i>


    "Soy hijo de camionero. Mi padre era transportista, su familia era transportista. Me crié entre camiones y hoy trabajo con camiones. ¡Es mi vida!". Es la vida de Julio Villaescusa, el presidente de la Federación Nacional de Transporte (Fenadismer) y que hoy hace los kilómetros más duros de su carrera.

    La crisis en el transporte aprieta fuerte y más de 60.000 personas (unas 18.000 empresas) se han tenido que bajar el camión. Villaescusa se agarra con fuerza al volante. Vienen curvas peligrosas.

    Pero muy peligrosas... el sector no pasa por sus mejores momentos. ¿Cómo están viviendo esta situación de crisis?

    Aunque en el camión siempre ha habido momentos muy complicados, sin duda es una de las peores etapas que recuerdo. Y me temo que aún va a durar.

    Muchas empresas han echado el cierre y en el Inem hay cada vez más camioneros ofreciéndose para lo que sea.

    Se hace difícil resistir. Los costes son muy elevados y los beneficios, si los hay, cada vez menores. Esta crisis se ha llevado por delante a unas 18.000 empresas, 50.000 camiones y más de 60.000 camioneros que han tenido que dejar el trabajo.

    Un trabajo que es casi una vocación.

    (Villaescusa hace rodar el camión que tiene sobre la mesa. No es sólo un juguete, es su vida y lo sabe). Sí, en mi caso y en el de muchos compañeros. Es muy difícil ser camionero si uno no se cree lo que hace y valora su trabajo. Pero no sólo para nosotros, también es un sector importante para el resto de los ciudadanos.

    ¿En qué sentido?

    Formamos parte de su vida. Más del 83% de las mercancías que se transportan y que forman parte de nuestra vida van por carretera.

    Sin embargo, muchos les quieren hacer pagar esta crisis. ¿Hablamos de los constructores..?

    De los constructores, de los promotores, de los gobernantes? Todo el mundo está asfixiado e intenta ver cómo conseguir dinero. Pero es lamentable que sólo se fijen en nosotros.

    Malas noticias. En elEconomista ya adelantamos en nuestra portada que Bruselas estudia eliminar las devoluciones de tributos por el uso de carburante profesional, 0,29 euros por litro.

    Un gravamen más a los añadidos. ¿Por qué no miran también a los agricultores o al transporte ferroviario...? Parece que somos fuente de dinero para todos.

    También para los constructores. Precisamente desde Aerco, su presidente Javier Sáenz de Cosculluela, ha pedido un impuesto para la gasolina que permita el mantenimiento de las carreteras.

    (Se ríe, pero es una risa triste). Cada uno busca dinero donde puede, pero nosotros no les pedimos a a ellos. Es un a postura egoísta porque al final este sobrecoste repercute en los ciudadanos.

    O sea que pagaremos más por los tomates. Y eso que aún no se ha aprobado la Euroviñeta.

    Blanco se comprometió a no imponerlo en esta legislatura. Es un impuesto injusto que grava más a los países periféricos que a los del centro de Europa. A ellos sí les interesa. Y además, no se obtiene el mismo beneficio transportando ordenadores que llevando tomates, como es nuestro caso. Quizás habría que pagar en función de la mercancía, no de los kilómetros. Soluciones hay y en ello trabajamos.

    Se han quejado en varias ocasiones de ser el último eslabón de la cadena.

    Y lo somos. Somos un sector muy complejo donde también intervienen los cargadores, los operadores de mercancías? Al final, nosotros somos los últimos en hablar, hasta el punto que somos los más competitivos de Europa, junto con Portugal. Somos los más baratos y eso interesa a la economía y a quienes tienen la mercancía. Los perjudicamos somos nosotros, los transportistas.

    ¿Se podría hacer algo?

    Este colectivo es de los más intervenidos administrativamente, pero no se interviene en lo que es lo fundamental. Nuestras administraciones se encargan de recaudar, pero no de protegernos. Debería estar garantizado lo que establecen nuestras normas: la defensa de la competencia y el control de la competencia desleal. Y esto, sin duda, pasa por no permitir que se vendan pérdidas. Es decir, una ley de coste mínimo como la que está vigente en Italia.

    Pero tiene que reconocer que en los años del boom también en su sector hubo una burbuja. Muchos se subieron al camión.

    Pero fue porque el país lo necesitaba para crecer. Nos pidieron más, y ahora nos culpan de la crisis. Pero el transportista también la sufre.