Empresas y finanzas
"La ley española del canon es muy buena, pero de imposible aplicación"
Uno de sus actuales quebraderos de cabeza: la variopinta y onerosa aplicación en la UE de los derechos de autor y el canon digital.
¿En qué punto está el debate sobre el canon digital en Bruselas?
Desde 2001 tenemos una Directiva comunitaria que debería haber reducido las cantidades que en concepto de canon digital paga la industria tecnológica a las sociedades de gestión de derechos de autor. Pero su aplicación en los Estados de la UE ha tenido el efecto contrario. En 2001, pagamos 546,96 millones de euros en ocho países entre los que se incluye España. En 2006 hemos pagado 1.530, y en 2009 calculamos que serán 2.074 millones.
La Comisión Europea sólo amaga con tomar medidas ¿Lo hará?
Entre 1999 y 2004, los comisarios Mario Monti y Frits Bolkestein abrieron varias pistas de actuación. Pero les pareció demasiado complicado y dejaron que cada país buscara su solución. Hace dos años, el actual comisario de Mercado Interior, Charlie McCreevy, reconoció que era un problema que afectaba al conjunto del mercado interior europeo. Pero el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, le frenó hace 10 meses. Aunque se limitó a reconocer que la reforma quedaba aplazada sine die.
¿Por qué?
El debate se politizó. Hemos demostrado que si la situación se aclarara ganaríamos todos. La industria tendría más seguridad jurídica; los consumidores comprarían más barato los productos tecnológicos al estar menos gravados por el canon; y los autores tendrían más información sobre qué hacen las sociedades de gestión de derechos de autor con el dinero que recaudan.
¿Qué falló entonces?
Es difícil rivalizar con el lobby defensor del canon digital. Convocan una rueda de prensa en la que Almodóvar y Penélope Cruz nos acusan acabar con los creadores y la industria de la cultura, ganan el corazón del público y los políticos no se atreven a contradecirlos. Además, se confunde la copia privada, que es legítima, con la piratería.
¿Aún tienen esperanzas?
Sólo la Comisión Europea puede poner en marcha una solución válida en toda la UE. Hay quien dice que Barroso está al final de su reinado y habrá que esperar a la próxima Comisión. Pero aún faltan dos años. El comisario McCreevy es un hombre muy político que ha acumulado muchas derrotas en Bruselas, como la escasa la liberalización de los servicios, por ejemplo. Esperamos que pelee por lograr éxitos en los dos años que le quedan en Bruselas y retome este tema.
¿Piden la abolición del canon?
No, queremos transparencia en su fijación, cobro y redistribución. No es lógico que en España Julio Iglesias sea el mayor beneficiario. Entre los jóvenes, al menos, no es el número 1. Y una aplicación que no plantee problemas de mercado.
¿Qué problemas?
Uno es que las sociedades de derechos de autor reclaman el canon a las empresas europeas, no a las asiáticas. Resultado: es más barato comprar un CD de marca asiática que uno europeo. Otro es que los equipos informáticos que compran las empresas para su trabajo, no para grabar música ni películas, también van gravados con el canon.
Otro es que cada vez que sale un nuevo teléfono móvil, un iPod, un USB, un MP3, un disco duro externo, una consola de juegos..., las sociedades de autor se frotan las manos. En Francia y Alemania hay una auténtica espiral. En Italia hay menos problemas, están peor organizadas.
¿Cómo ve a España?
La ley española de 2006 que desarrolla la directiva europea de 2001 es muy buena. Pero de imposible aplicación porque la industria y las sociedades de autor deben ponerse de acuerdo sobre qué productos están sometidos al canon y sobre el nivel del mismo. Y nunca hay acuerdo. Como la ley no se puede aplicar, acumulamos litigios en los tribunales.
Y aunque hasta que no haya sentencias nos negamos a pagar gran parte de las cantidades que reclaman las sociedades de autor porque no está claro que tengamos que hacerlo, nuestras empresas están obligadas a hacer provisiones de fondos y a sufrir la inseguridad jurídica. Además, España es uno de los países europeos que más grava las impresoras, los escaners y los faxes.