Empresas y finanzas

El presidente de SOS desconfía de su futuro y no acude a la ampliación

    Manuel Pérez Claver, presidente de SOS <i>Foto: Archivo</i>


    El presidente de SOS , Mariano Pérez Claver, no tiene demasiado claro su futuro en la empresa. Sólo así se explica que no haya acudido a la ampliación de capital de 200 millones de euros completada por la compañía el pasado mes diciembre, después de haber pedido a todo el mundo que pusiera dinero.

    Pérez Claver ha comunicado a la CNMV que mantiene la titularidad de las 3.100 acciones que ya poseía del grupo, un paquete valorado en apenas 2.000 euros en función de los actuales precios de mercado.

    El consejero delegado del grupo alimentario, José Manuel Muriel, que antes de la operación era titular de 200 acciones, y que abandonará la compañía en breve, ha aprovechado en cambio la ampliación de capital para adquirir 4.207 títulos más, con una aportación de otros 2.100 euros.

    En principio, tal y como exigió la banca acreedora está previsto que Muriel ceda este mismo mes el cargo de consejero delegado al ex director general de Ebro Foods, Jaime Carbó, quien pilotará la nueva etapa que afronta la compañía una vez finalizado el proceso de estabilización financiera.

    La banca ha pedido también la salida de Pérez Claver, aunque éste por el momento está consiguiendo resistir al frente de la compañía. Al margen de Ebro, que con el 9,33 por ciento del capital, tendrá dos consejeros, los principales socios de la empresa serán Caja Madrid y Unicaja. La entidad que preside Rodrigo Rato tendrá el 18,3 por ciento de las acciones y la que dirige Braulio Medel el 12,6 por ciento.

    Tanto los accionistas como la banca acreedora suspiran en este momento por la llegada de Carbó al frente de la empresa, que sigue hundiéndose en bolsa, pese a los intentos de Pérez Claver de calentar la acción anunciando dividendos para dentro de dos años, cuando la compañía debe más de 1.000 millones de euros y acumula números rojos de cerca de 400 millones desde 2008.

    La acción volvió a desplomarse ayer otro 2,94 por ciento, hasta 0,66 euros, y acumula así un descenso en las primeras jornadas del ejercicio del 36,54 por ciento.

    La pregunta que se plantea ahora en los mercados es hasta cuándo aguantarán Ebro y el resto de socios antes de exigir un vuelco radical en la gestión.