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La Torre Mutua: los elementos que se unieron para que el cristal fuera rascacielos



    Cinco camiones y varios coches en un abrir y cerrar de ojos. Son sólo las nueve de la mañana y este es el tráfico que registra la entrada a las obras de la torre de Cristal, propiedad de la Mutua Madrileña. Para acceder hay que pasar el primer control de seguridad, que se ha recrudecido desde que finalizó la tregua de ETA.

    Sin despistarse mucho, unos pasos más adelante, pasas el segundo y último control. En ese momento, miras hacia arriba y te das cuenta de la inmensidad de la torre.

    No es para menos, con 250 metros de altura, este rascacielos, que formará parte del Manhattan Madrileño situado en los antiguos terrenos de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, se vestirá de 44.000 metros cuadrados de cristal, el equivalente a seis campos de fútbol. Este traje también ha contado con otros complementos como 40.000 metros cúbicos de hormigón, suficiente para llenar tres piscinas olímpicas. Tampoco nos podemos olvidar de los 4,5 millones de ladrillos que se han utilizado y los 90.000 metros cúbicos de tierra removidos para la construcción de los sótanos.

    Dimensiones gigantescas

    Cifras que no son fáciles de manejar para el equipo humano formado por más de 650 operarios de diferentes nacionalidades que trabajan en la construcción de esta torre. "Lo difícil de esta obra es coordinar los trabajos, la plantilla y, principalmente, los tiempos", señala el responsable de la Torre de Mutua Madrileña, Javier González Temprano.

    Y es que la compleja construcción del rascacielos es un ejercicio de precisión. En una parcela de 75 por 100 metros cuadrados se almacena todo el material de la obra, el problema es que sus dimensiones son tan monumentales que se tienen que utilizar enseguida para dejar espacio a otros elementos.

    "A veces llega el material y todavía no se puede instalar porque el espacio no está listo o las condiciones meteorológicas no son las adecuadas para subirlos a la última planta. Es más complicado de lo que parece", aseguró González.

    46 pisos en 3 minutos

    Como si de un mecano o puzzle gigante se tratase, la estructura metálica y la mayor parte de los componentes del edificio se han fabricado fuera de la zona de edificación. Luego las piezas se llevan a pie de obra para que cada parte esté en el lugar exacto. Dos grúas de 290 y 270 metros de altura, respectivamente, se han encargado de hacer volar las piezas y dirigirlas a sus destinos.

    A un lado de la torre, varios obreros esperan su turno para subir en el montacargas, que les dejará en la planta donde están trabajando. Este seudo ascensor se ha ido construyendo al ritmo que se iban levantando las plantas. Ahora sube hasta el piso 46, un recorrido que realiza del tirón en tres minutos y catorce segundos. "Cuando el viento sopla a 60 kilómetros por hora el montacargas no funciona, por eso hay que estar midiéndolo", señaló el encargado del mismo.

    Por encima de la planta 46 (210 metros de altura), hay cinco pisos más donde se instalarán las máquinas del edificio y también en la parte que da a la Castellana se instalará un jardín de invierno. "La idea es que la gente vea las plantas en un espacio donde estará iluminado", afirmó González. Una idea que es muy difícil de imaginar cuando te asomas desde esa altura y ves, por ejemplo, que la estación de tren de Chamartín es una pequeña mancha en el panorama y que los coches son puntos negros en un paisaje que sobrepasa los límites de la región de Madrid.

    Acabado para 2008

    Más de una decena de trabajadores retoca los últimos detalles de la estructura que corona el edificio. "Los elementos de estas piezas como la pintura o los tornillos son especiales para que duren, como mínimo, 15 años", explica el responsable del rascacielos, quien añade que la estructura se ha acabado antes del plazo establecido, el 3 de septiembre.

    El plazo límite para acabar la torre de oficinas está fijado en el primer trimestre de 2008. Por el momento, se desconoce quienes serán los inquilinos afortunados que disfruten de este espacio. Lo que sí está claro es que la Mutua no ocupará ningún metro cuadrado.

    Si se toma distancia ya se puede apreciar la forma original que adoptará el edificio diseñado por el arquitecto argentino César Pelli. "Es como un obelisco egipcio o un cristal tallado por arriba", dice el responsable de la torre de la Mutua Madrileña. Esta es la idea que quería plasmar Pelli en el rascacielos, que será el más alto de España, según sus propietarios. Un título que están disputándose las cuatro torres, aunque oficialmente el edificio de la Mutua será el que corone la cúspide de las alturas con sus 250 metros. Si contamos las antenas que se instalen en cada edificio, el ranking se queda en el aire.