Los deberes del nuevo presidente de la CNMV
Una auténtica bomba que ha sacudido los cimientos del supervisor bursátil, de la Oficina Económica de Presidencia, del Ministerio de Economía, y de todos los organismos supuestamente independientes.
Este desolador panorama explica las reticencias de Julio Segura a aceptar el mando de la CNMV, aunque ha terminado cediendo a las peticiones del Gobierno. Desde que Manuel Conthe anunció su dimisión, Segura se colocó en lo más alto de las quinielas, junto a Soledad Abad, también consejera del supervisor; y Carlos Arenillas, vicepresidente del organismo. Pero rápidamente los otros candidatos fueron eliminados. La primera, por gustar demasiado a todos (PP incluido); y el segundo, por todo lo contrario.
Consciente de que necesitaban un nuevo presidente cuanto antes, Segura dio su brazo a torcer y aceptó presidir la CNMV durante los próximos dieciocho meses. Tiempo suficiente para terminar la inacabada tarea de Conthe en materias como la Iniciativa contra el Abuso de Mercado o la consolidación del nuevo Código de Buen Gobierno.
Pero los retos que deberá abordar Segura van mucho más allá. Y él lo sabe. Independencia frente al poder político, mayor transparencia y recuperar el perdido prestigio son los principales retos del nuevo presidente. Una compleja tarea que puede resumirse en los siguientes puntos.