Cumbre energética en la cresta de la ola de las nacionalizaciones
Antonio Martínez
La Paz, 14 abr (EFECOM).- La cumbre energética suramericana de la semana próxima se celebra en momentos en que varios países del área viven una oleada de nacionalizaciones, expropiaciones y control estatal de "sectores estratégicos", en particular los hidrocarburos.
El anfitrión de la cumbre y adalid de la oleada, el venezolano Hugo Chávez, anunció este año que su petrolera estatal tomará pozos que operan multinacionales y dictó medidas para controlar "empresas estratégicas", como las eléctricas y telefónicas.
"Todo aquello que fue privatizado, nacionalícese", sentenció Chávez en enero, resumiendo el ideario de esta nueva ola nacionalista-populista latinoamericana.
El mandatario boliviano, Evo Morales, anunció en el 2006 la nacionalización del gas, aunque sus críticos dicen que es solo una reforma tributaria petrolera, y este año expropió una metalúrgica suiza y prometió el control estatal de una filial de Telecom Italia.
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, no necesita nacionalizar, porque allí los recursos naturales ya son del Estado, pero quiere renegociar los contratos de multinacionales que extraen crudo de la Amazonía, entre ellas la española Repsol.
El brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, también de izquierda pero de retórica menos incendiaria, tampoco necesita nacionalizar porque la principal petrolera del país, Petrobras, domina el sector aunque en 1997 terminó su monopolio de medio siglo.
A su turno, el argentino Néstor Kirchner intenta revertir la ausencia estatal en el sector de la energía, privatizado hace una década.
En medio de una crisis que obligó a racionar ventas de gas a Chile y volver a comprarlo a Bolivia, Kirchner creó en el 2004 Energía Argentina (Enarsa) para intervenir en el sector.
Ya hubo otras oleadas de nacionalizaciones y expropiaciones en Suramérica durante el siglo pasado, con resultados diversos.
Algunas terminaron en éxitos notables como el de Petrobras, una de las mayores empresas del mundo, que produce 2,32 millones de barriles/día, y otras -las más- naufragaron en ciénagas de ineficacia y corrupción, como las estatales minera y petrolera que creo hace décadas Bolivia.
En el extremo opuesto están Colombia, privatizando en parte la estatal Ecopetrol, y Perú abriendo las puertas de par en par a las multinacionales.
Entre las nacionalizaciones en marcha, Chávez lanzó la semana pasada una oferta pública de adquisición de las mayorías accionariales de la telefónica CANTV y Electricidad de Caracas.
Además, anunció que la estatal PDVSA "tomará" campos operados por petroleras de EEUU, Francia, Noruega y Reino Unido.
La Ley de Hidrocarburos que decretó Chávez en el 2001 establece que PDVSA tendrá mayoría en todas las actividades de exploración, extracción y distribución de crudo y sus derivados.
En Bolivia, el resultado de la nacionalización del gas aún está por verse, ya que la mayoría de lo que ordenaba el decreto de Morales de mayo del 2006 todavía no se cumple.
Los 44 nuevos contratos firmados en octubre con 12 petroleras, incluidas Petrobras y Repsol, siguen sin entrar en vigor, primero por errores del gobierno de Morales en su tramitación parlamentaria, que debió repetirse, y luego porque el Congreso no logra un acuerdo sobre las leyes de ratificación de esos convenios.
Morales reconoció que ha sido incapaz de sacar adelante los contratos en las fechas que prometió a Lula y su impotencia llega al punto de que amenazó con declararse en huelga de hambre.
Su colega Correa se apresta a renegociar los contratos de una decena de firmas extranjeras que extraen crudo de la Amazonía, aunque todavía no dice qué pretende exactamente, y en minería quiere reducir concesiones de anteriores gobiernos.
Entretanto, Petrobras continúa dominando el sector de hidrocarburos de Brasil, aunque terminó su monopolio. Pero las petroleras extranjeras trabajan bajo los rígidos parámetros que impone la estatal brasileña.
Para abrir el mercado, desde 1999 Brasil promovió ocho subastas de licencias de producción-explotación, pero Petrobras fue la principal participante y vencedora en todas.
Sin embargo, otras 57 empresas de una veintena de países se adjudicaron concesiones, 52 en fase de exploración y 17 en desarrollo de proyectos.
Casi la mitad de los 40.000 millones de dólares invertidos en exploración en Brasil tras la apertura fueron de empresas como Shell, Chevron, Devon y Repsol-YPF, pero Petrobras produce casi todos los 2,08 millones de barriles diarios del país.
Petrobras la controla el Estado, pero actúa como multinacional, con acciones negociadas en las bolsas de Sao Paulo, Nueva York, Madrid y Buenos Aires, por lo que parece ir en contravía de los nacionalistas radicales de Venezuela, Bolivia y Ecuador.
El Estado tiene 55 por ciento de las acciones de Petrobras con derecho a voto, pero solo 32,2 por ciento del capital, y un tercio de los títulos son de extranjeros.
En Argentina, Kirchner potencia Enarsa con alianzas con las petroleras estatales de Venezuela, Brasil, Perú y Bolivia, pero también con Repsol-YPF.
El gobierno argentino niega que quiera comprar parte de Repsol, pero se conjetura que podría favorecer el ingreso de una petrolera del país en esa multinacional. EFECOM
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