Repsol y Sacyr: las claves de una cruda relación entre socios
Las heridas abiertas entre la primera petrolera española y su principal accionista en la disputa por el dividendo serán difíciles de cerrar, pero La Caixa ha querido jugar un papel de árbitro sin poner en riesgo su poder en la petrolera.
Si nada o nadie lo remedia, Repsol YPF y Sacyr han comenzado a escribir los primeros capítulos de una historia de final impredecible.
El dividendo de la petrolera ha encendido la mecha de un conflicto que se larvaba desde hace más de dos años en los despachos de Antonio Brufau y de Luis del Rivero.
El Gobierno mira la situación con una tensa calma, pero pronto tendrá que tomar cartas en el asunto si no quiere que la sangre llegue al río y que se desestabilice la primera petrolera española. Sólo La Caixa o Industria podrán lograr que se calmen los ánimos si las espadas siguen en alto.
Riesgo de opas
La advertencia ya la lanzó el jueves Citigroup, el mismo banco que contrató Sacyr para buscar comprador a su 20 por ciento en Repsol: con esta situación se puede comenzar a hablar de opas.
La constructora ha demostrado en los últimos años que tiene experiencia en el cuerpo a cuerpo. Ha bregado en innumerables batallas, como su intentó de aterrizar en BBVA y posteriormente de hacerse con la francesa Eiffagge.
Brufau tampoco se queda corto y fue uno de los artífices de la opa de Gas Natural sobre Iberdrola en 2003 y vio desde la barrera la oferta por Endesa. En ambas casos, los resultados de Del Rivero y Brufau no fueron satisfactorios, ya que las operaciones fracasaron.
El matrimonio de conveniencia entre Sacyr y Repsol comenzó en octubre de 2006. La constructora, con la colaboración del Banco Santander y de Caja Madrid, logró un crédito de 5.175millones de euros para desembarcar en el capital de la petrolera. Era la época de vino y rosas de los movimientos corporativos y una más de las sugerencias que se habían estado promoviendo desde la Oficina de Asuntos Económicos del Gobierno, dirigida por Miguel Sebastián, para que las constructoras diversificasen sus inversiones ante la crisis que se veía venir y cuyas riendas tomó en esa época David Taguas, actual presidente de la patronal Seopan.
ACS entró en Unión Fenosa; Acciona desembarcó en Endesa y Sacyr se acomodó en Repsol YPF con buen talante y mejores palabras.
Todos estaban satisfechos y consideraban que se trataba de una operación perfecta.
Varias empresas petroleras internacionales analizaban ya la posibilidad de ir a por Repsol y llevarse con ella otro caramelo llamado Gas Natural, incluso la petrolera estudiaba una colaboración con Lukoil.
La guerra de Endesa, pese a la defensa con uñas y dientes de Manuel Pizarro, había abierto la puerta a los inversores extranjeros que veían como era más fácil que nunca aterrizar en las empresas españolas.
La crisis inmobiliaria llegó en el verano de 2007. A ella se sumó la financiera, lo que empeoró el escenario.
Con este panorama, los bancos comenzaron a asustarse. Las constructoras y las inmobiliarias comenzaban a caer y la falta de liquidez del sistema interbancario metió presión de cobro a las entidades financieras.
Por este motivo, tal y como adelantó elEconomista, un fondo soberano se interesó por la participación de Sacyr en la petrolera. Los bancos acreedores se habían encargado de buscarle a Rivero un posible comprador por si finalmente tenía que abandonar la petrolera.
Del Rivero se irritó con esta propuesta de los bancos y logró arrancarle a Repsol incrementos de dividendo suficientes para ir haciendo frente a los pagos de los intereses e incluso a parte del principal de su deuda. De hecho, en dos años logró ingresar 500 millones de euros en dividendos de la petrolera.
En junio de 2008, la situación se había complicado y la deuda ahogaba por la caída de la cotización de Repsol. En ese momento, Del Rivero hizo llegar un mensaje a La Caixa para que Abertis le comprara el 25 por ciento de Itínere a un precio pactado o ponía en venta Repsol.
Brufau, Del Rivero, Fainé y Sebastián se reunieron para analizar la situacion a principios de septiembre, ya que temían la posible llegada de alguna petrolera rusa interesada en entrar en España y las aguas volvieron a su cauce.
A partir de ese momento, las discusiones se producían en el consejo por las diferentes visiones sobre el futuro de la compañía, pero las decisiones seguían adoptándose por unanimidad.
La tensión en la petrolera subió varios enteros meses después cuando Sacyr lanzó con Young & Rubicam su campaña Inventemos el futuro.
Repsol parecía así una filial de Sacyr por las similitudes con la publicidad de la petrolera y provocó una reacción airada que supuso la ruptura de la cuenta a Young & Rubicam, dirigida por Miguel Barroso, ex secretario de Estado de Comunicación y marido de la ministra deDefensa, Carmen Chacón. Es decir, Barroso recién llegado al cargo perdía a uno de sus mayores clientes.
Y llegó la gota que colmó el vaso. El 28 de octubre el consejo de administración de Repsol no esperaba analizar el dividendo. Habitualmente, este asunto se debatía en la
reunión de diciembre, pero las discusiones se precipitaron. Brufau sacó el tema con la intención de tratar de desbloquearlo. Aquel día todas las partes mantenían silencio después de la reunión, pero el debate
fue tenso. La dirección de la petrolera propuso un recorte del dividendo del 19 por ciento. Esta propuesta, analizada con detalle por el equipo financiero, permitía a Sacyr hacer frente a los intereses del préstamos de 5.038 millones que tiene como deuda por su desembarco en la petrolera.
Sacyr, no obstante, no estaba a favor de ese recorte y reclamó al menos que se mantuviera el mismo dividendo
de 1,05 euros por acción. Esta opción suponía, según el criterio de los ejecutivos, obstaculizar los planes de futuro de la petrolera. Mantener el dividendo supondría repartir entre el 80 y el 92 por ciento del beneficio entre sus accionistas y rebajarlo dejar el pay out en el 70 por ciento.
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