Empresas y finanzas
Ahorro de costes: dispare su ingenio
- Las compañías dan rienda suelta a su imaginación para intentar contener el gasto con medidas antes impensables
Si por algo se ha caracterizado el mundo de la empresa en estos tiempos de crisis es por sus intentos desesperados de salir a flote. Una estrategia propia del equilibrista de circo más arriesgado, que ha dado lugar a maniobras inconcebibles antaño. Cualquier opción resulta válida con tal de reducir al máximo los costes, incluso la de asociarse con el histórico enemigo o congelar el sueldo a los hasta ahora intocables directivos.
No son tiempos de beneficios estratosféricos o grandes blindajes salariales. Ahora se lleva el ahorro obligatorio, y las empresas, conscientes de su delicada situación financiera, ya se pusieron manos a la obra.
Las responsabilidades corporativas primero cayeron, como suele ser habitual, del lado del trabajador. Raro ha sido el día que no se hace público algún expediente de regulación de empleo (ERE), argumentando una incontrolable caída de los beneficios. Pero tras meses convulsos, estos despidos parecen no haber resultado suficientes, por lo que se hace necesario un nuevo plan de urgencia.
Este Plan B, basado en la reducción hasta el extremo de cualquier gasto que se considere prescindible, o no tanto, deja en ocasiones situaciones difíciles de ver en tiempos de opulencia.
Reducción de costes
El sector del automóvil, uno de los más castigados por la contracción del consumo, ha sido de los más activos. Las alemanas BMW y Daimler, rivales directos en el segmento de coches de alta gama, decidieron aunar varios parámetros de su negocio. Conscientes de que la unión hace la fuerza, ambos gigantes automovilísticos se unieron para comprar conjuntamente determinadas piezas, como motores para elevalunas eléctricos, aires acondicionados o cinturones. Unos materiales que no se distinguen de un fabricante a otro y que, comprados en mayores cantidades, pueden llevar a interesantes rebajas de precios.
La francesa Citroën no ha querido ser menos. Según la propia compañía, la intención de la automovilística era ajustar el cinturón de costes en su fábrica de Vigo, con un plan de bajas incentivadas que afecta a 300 personas. Su intención inicial era reducir sus gastos un 20% durante 2009.
Este recorte, principalmente orientado a la cadena de fabricación, forma parte del proyecto ideado por Citroën hace ahora tres años, y que tenía como objetivo reducir un 30% los gastos en el plazo de tres años. Forzados por la dramática caída de las ventas en el sector, la compañía se propuso llegar a esta meta un año antes de lo previsto. No obstante, el optimismo se asomó a la fábrica de Vigo, antes de vacaciones, con un pedido adicional de 18.000 vehículos.
Austeridad en los viajes
Pero no sólo los ajustes se han produciendo a pie de fábrica. Las vacas flacas también llegaron a las altos despachos, y los principales directivos revisaron sus caros privilegios. El tijeretazo en los viajes de empresa, la tercera partida del gasto más importante después de los salarios, es donde se pretendió ser más austero.
Pero, ¿cuál es la mejor manera? Reduciendo la necesidad de viajar. El último estudio dado a conocer por el gestor de tecnología para viajes Amadeus, para el que se ha tomado como referencia a distintos directores financieros, revela la obsesión empresarial por acortar el gasto en los desplazamientos.
Todos coinciden en una sencilla premisa. Si se quiere ahorrar entre un 15 y un 20% en materia de desplazamientos, hay que hacer que la gente deje de subirse a un avión. Hay que imponer medidas como el uso del teléfono o de las videoconferencias, o planificar viajes trimestrales en lugar de mensuales.
Las compañías son conscientes del gasto que supone los desplazamientos y ya tomaron medidas. Según las estimaciones de Europea de Seguros, la partida destinada a los viajes podría caer hasta los 10.400 millones de euros al final de este año, frente a los 13.000 millones de euros que destinaron las compañías españolas a los desplazamientos en 2008.
El jefe gana un 16,5% menos
Los altos cargos tampoco se salvaron de las estrecheces. En un gesto mitad ahorro, mitad medida ejemplar, los ejecutivos de primera y segunda línea de las compañías más importantes del panorama nacional decidieron apretarse el cinturón. Según los últimos datos semestrales, la alta dirección de las empresas que pertenecen al Ibex 35 vio reducido su salario un 16,5% entre enero y junio de 2009 respecto al primer semestre del año pasado.
Por ejemplo, Repsol congeló los salarios de sus 300 directivos, incluido el del presidente para hacer frente a los malos tiempos. Teniendo en cuenta que el sueldo del primer ejecutivo de Repsol ascendió el año pasado hasta los 2,6 millones de euros, el ahorro al final del ejercicio resultará considerable.
En esta contención salarial, el caso del grupo FCC resulta también llamativo. La empresa que preside Esther Koplowitz ha optado por la congelación salarial de sus directivos, pero lejos de acometer un plan masivo de despidos, ha optado por nuevas fórmulas.
En el caso de su filial cementera, Cementos Portland, y ante la caída de la producción del último año, la empresa reempleó los turnos no productivos en distintas labores de mantenimiento y limpieza de hornos, hasta que la crisis de un respiro. De esta forma, mientras evitan costosos y dramáticos despidos, sacan cierta rentabilidad del parón.
Google: ahorro energético
En el panorama internacional las estrategia es similar. Como ya adelantó este periódico, el gigante cibernético Google también se vistió con su traje más austero y trasladó su centro de datos, algo así como el cerebro informático de la compañía, de las calurosas tierras californianas al gélido clima ambiente finlandés. La intención de Google es poderosa: lograr ahorros significativos en materia energética.
El consumo de los sistemas de refrigeración informáticos se reducirá al máximo con su ubicación en las frías tierras de Finlandia. Una decisión que hubiera sido difícil de ver en tiempos de bonanza, pero que ahora, cuando la necesidad aprieta, se convierte en imprescindible para lograr mejorar sus ratios de rentabilidad.
Pero si en la actualidad hay algún sector que se ha caracterizado por imaginar y poner en macha los recortes más agresivos en el mercado empresarial español, ese ha sido el de la alimentación y la distribución.
Adiós a los productos menos demandados
En un contexto de débil consumo familiar y una paulatina caída del gasto, las empresas del sector se han visto obligadas a cambiar sus costumbres más arraigadas. Y los ajustes alcanzan desde el sistema logístico hasta la distribución de las estanterías. O se cambia o se muere, esa es la filosofía que impera con la crisis.
Como ejemplo más vistoso y polémico destaca el plan de ahorro puesto en marcha por la cadena valenciana de supermercados Mercadona. El grupo presidido por Juan Roig decidió expulsar de sus lineales los productos menos demandados y con menor rotación, sean cuales sean.
La decisión cayó como una auténtica bomba entre sus proveedores, que ven cómo les desaparece un socio más que rentable en una época difícil. Mercadona ya ha conseguido ahorrar más de 64 millones de euros en los últimos dos meses y su intención es llegar a los 400 millones al final de año.
Pese adoptar continuamente sus planes de recorte de gastos, en lo que sí coinciden la mayoría de las empresas consul- tadas es en que todavía tendrán que seguir con las tijeras en la mano y exprimir sus ideas casi al mismo tiempo que sus cuentas de resultados. La maquinaria está en marcha.