Empresas y finanzas
RBS desoye al Gobierno británico y premia a sus directivos con 'bonus'
- AIG paga cinco millones a su 'número dos' tras de haber recibido dinero público
Royal Bank of Scotland (RBS) mantiene firme su política de garantizar el reparto de bonus plurianuales para evitar una fuga de talentos en pleno proceso de reclutamiento. La entidad, nacionalizada en un 70%, ha atraído importantes figuras con promesas millonarias que desafían las recomendaciones del regulador.
Pese a haber sufrido el año pasado la mayor pérdida de la historia empresarial de Reino Unido, RBS reconoce su disposición a garantizar recompensas económicas. El último en sumarse a la lista ha sido Brian Hartzer, que hasta esta semana trabajaba en el banco australiano ANZ, quien recibirá 2,67 millones de euros en los próximos años.
Su premio se entregará a partir de acciones liberadas concedidas en dos paquetes, uno de ellos valorado en 1,16 millones de euros, que recibirá en dos años independientemente de que logre los objetivos para los que ha sido contratado. El segundo asciende a unos 1,5 millones de euros al precio actual de los títulos y se entregaría en 2012, en función de la gestión.
Hartzer se incorpora para dirigir la división minorista, después de que la entidad accediese a recompensarle por los incentivos que dejará de ganar en su anterior compañía. El movimiento forma parte de la estrategia que ha llevado a RBS a tirar de chequera para hacerse con los mejores tras la estampida de ejecutivos que conllevó el colapso del banco, que obligó a tomar 23.223 millones de las arcas públicas.
Todo es legal
Sin embargo, la entidad insiste en que tanto las partidas para Hartzer como los 11,6 millones conocidos la semana pasada en dos fichajes estelares respetan los principios del polémico código retributivo del regulador. La Autoridad de Servicios Financieros (FSA) recomienda dividir los bonus en varias anualidades, no garantizarlos por más de un ejercicio y condicionarlos a los resultados de la gestión.
Mientras, al otro lado del charco Robert Benmosche, el recién nombrado consejero delegado de la aseguradora American International Group (AIG), ha sabido llamar la atención de propios y extraños. Primero fue su salario, que alcanzará los cinco millones de euros, y ahora los cambios ejercidos sobre el plan de reestructuración de la compañía.
Sorprendentemente, el nuevo capitán de la maltrecha aseguradora ha decidido que es mejor para la compañía mantener su unidad de servicios de consultoría de inversión. Según explicó a Reuters, David Monfried, portavoz de AIG, Benmosche "ha comenzado a im- plementar su revisión estratégica y ésta es una de sus primeras decisiones". "La unidad de inversiones es parte esencial del negocio de pensiones y tenemos intención de convertirlo en un gran servicio mundial", añadió.
Hasta la fecha, dicho servicio, como muchos otros negocios de la aseguradora, había sido renombrado para distanciarse de la compañía matriz y no ser relacionado con el colapso y posterior rescate federal de AIG, que ha recibido 56.000 millones en préstamos gubernamentales y ayudas de los contribuyentes. Benmosche, que anteriormente dirigió a la aseguradora MetLife, ha demostrado que no tardará en trazar una hoja de ruta para mejorar las operaciones de la compañía y devolver lo antes posible el dinero prestado por las autoridades.