Empresas y finanzas
James Cayne: un ejecutivo de mil millones
Las apariencias engañan. Desde su despacho en un edificio de Madison Avenue, James Cayne, presidente y consejero delegado de Bear Stearns, lidia cada día para sacar a flote su barco entre el salvaje mundo de los bancos de inversión.
Con gigantes como Morgan Stanley, Merrill Lynch, Goldman Sachs o Lehman Brothers, no es extraño que Cayne, que vive a 10 minutos exactos de la oficina, sea considerado a sus 72 años todo un "colgado" del trabajo.
Los imprevisibles comportamientos de la bolsa le han consagrado en el olimpo de los ejecutivos multimillonarios: es el primer ejecutivo de Wall Street cuyas acciones de la compañía que dirige han superado la mágica cifra de mil millones de dólares. Para que sirva de precedente, su contrincante más cercano en el podio es Richard Fuld, consejero delegado de Lehman Brothers, que, de momento, cuenta con una participación de 851 millones de dólares.
Empezó en la chatarra
Cayne, antiguo comercial de chatarra y sin estudios universitarios, pasó a formar parte de Bear Stearns en 1969 como corredor de bolsa. Casi 24 años después, en 1993, se convirtió en el consejero delegado del banco y ocho años más tarde, ocupaba también su presidencia. Sin embargo, todavía no ha pensado en la jubilación.
El consejero delegado de Bear Stearns, siempre rodeado por la humareda de un buen habano y adicto las partidas de bridge, cuenta con una peculiar forma de dirigir su propio barco. Quizás su compañía no sea la líder del sector, pero sus empleados cuentan con la sensatez de una cultura corporativa humana y comprensible.
Según el propio Cayne, en Bear Stearns no existe despotismo y si dos empleados deciden casarse entre sí, ninguno tiene que renunciar a su puesto de trabajo. "Su estilo de dirección es colaborador, puedo entrar en su despacho y decir estoy en desacuerdo con la marcha que llevamos y deberíamos hablar", aseguraba Alan Schwartz, co-presidente y consejero financiero del banco.
Acciones en máximos
La tendencia en Wall Street es obsequiar a sus directivos con acciones y opciones de compra de títulos de las compañía que dirigen y, en estos momentos, las firmas cotizan a sus niveles más altos de la historia. Pero la fortuna amasada por Cayne tiene como origen las acciones que recolectó antes de que la entidad saliera a bolsa en 1985. A ello hay que sumar opciones de compra y un Plan de Acumulación de Capital (CAP), que cuentan con el mismo valor de sus títulos de la compañía.
En 2002 Bear Stearns estuvo entre las 10 firmas de Wall Street que tuvieron que pagar 1.400 millones de dólares para acallar las acusaciones de que sus analistas promocionaban acciones de compañías que previamente habían contratado suculentos incentivos con dichos bancos.
Aún así Cayne está tranquilo y seguro. La competencia tampoco es un problema y afirma que "el 95 por ciento de la gente que ha competido con esta compañía no lo hace actualmente y éste es un porcentaje muy atípico".
No obstante, aunque cuatro importantes firmas del sector (Merrill Lynch, Morgan Stanley, Goldman Sachs y Lehman) le llevan la delantera. A pesar de todo, con 1.000 millones de dólares en acciones, Cayne puede planearse una jubilación de lo más confortable.