Empresas y finanzas

El proyecto de Elon Musk que quiere liberarnos de la esclavitud

  • La revolución robótica creará 97 millones de nuevos empleos

Marius Robles

La madrugada del pasado jueves, Elon Musk, presentó el Tesla Bot a la vez que reflexionó sobre la necesidad a medio plazo de estructurar coherentemente el Basic Income (Ingreso Básico Universal) de cara a compensar a la gente que será desplazada por la automatización, planteando incluso, que con el lanzamiento de su nuevo robot humanoide previsto para el próximo año, el trabajo físico será una opción para el humano.

Musk está imaginando que su Tesla Bot reemplazará gran parte del trabajo peligroso y repetitivo que actualmente ocupa la vida de tantas personas, no solo en el trabajo, sino también en nuestra vida personal, como podría ser ir de compras al supermercado. Diría que, de la 'liberización' de lo primero, ya lo está haciendo el e-commerce.

En mi último artículo, Políticos Artificiales, mencionaba que existe una gran presión económica para hacer obsoletos a los humanos. Sobre todo, porque los avances de la Inteligencia Artificial ya en si son un gran negocio, sumamente rentable y de largo alcance. Pero esto no llegará tan pronto como pensamos, a pesar de todas las presiones de algunos magnates, grandes tecnológicas o gurús de Silicon Valley para que ello suceda. A mi modo de ver, habrá una etapa previa.

2021-2041: ¿Reemplazo masivo?

Durante este periodo viviremos una fase donde los logros de la Inteligencia Artificial traerán aterradoras implicaciones sociales. Desde salud y educación hasta finanzas y tecnología, todos los trabajos que estén en algún nivel de rutina, eventualmente se automatizaran, lo que conllevará la muerte de las carreras tradicionales y una clase media traumatizada. Cualquier trabajador que realice un trabajo predecible, repetitivo o rutinario estará en alto riesgo, ya que un algoritmo también puede aprender pronto a través de la práctica. Lo siento, será inevitable.

Los algoritmos inteligentes seguirán haciendo obsoletos la mayoría de los trabajos. Algunos observadores dicen que nuestra humanidad es un foso que las máquinas no pueden cruzar. Creen que la capacidad de las personas para la compasión, la comprensión profunda y la creatividad son inimitables, pero tiempo al tiempo. Elon Musk dijo recientemente que nos deberíamos fusionar con las máquinas sino queremos ser irrelevantes.

Sí, es cierto, podemos pensar que la Inteligencia Artificial también creará nuevos puestos de trabajo. Algunos cifran que la revolución robótica creará 97 millones de nuevos empleos para el 2025, en comparación con los 85 millones que destruirá, pero para conseguir este objetivo, en los próximos cinco años, la mitad de todos los trabajadores necesitarán alguna mejora o recapacitación para prepararse para nuevos trabajos y cambios, a la vez que una inversión significativa en la mejora y actualización de las habilidades de los jóvenes y adultos. Este hipotético ritmo de crecimiento exigido, aún se agrava más pensando que en España sólo un 25% de la población tiene competencias digitales básicas.

Ese mismo año, el 2025, será cuando casi con toda seguridad, China se convertirá en el país líder mundial en Inteligencia Artificial, a pesar de la restricciones que el gobierno chino está poniendo a sus tecnológicas. Con una inversión cercana a los 200.000 millones de euros y una población de más de 1.400 millones de habitantes y pocas restricciones en el uso de los datos de los usuarios, el gigante asiático explorará un universo de posibilidades infinito para su desarrollo.

Los sensores de reconocimiento facial, que permiten reconocer a los ciudadanos en plazas, bancos o calles, y el sistema de puntuación y crédito social, que tantas sospechas despierta en Occidente, basado en el historial de deudas, multas, y sitios visitados en internet de las personas, brindará a China una mayor ventaja respecto al resto de las potencias mundiales que pretenden dominar el poder de la IA.

2045: post-trabajadores

Los futuristas y los escritores de ciencia ficción a veces hemos esperado con ansias la toma de posesión de los puestos de trabajo de las máquinas con una especie de emoción vertiginosa, arriesgada e imaginando el destierro de la monotonía y su reemplazo por un ocio expansivo y una libertad personal casi ilimitada. Los avances de la computación cuántica y la IA, significarán que una gran cantidad de las necesidades y los lujos de la vida serán cada vez más baratos y accesibles, y a su vez, se producirá una gran riqueza global. Pero incluso, dejando de lado las cuestiones de cómo distribuir esa riqueza, que merecen un capítulo aparte, la desaparición generalizada del trabajo marcara el comienzo de una transformación social como ninguna otra que hayamos visto. La laboriosidad ha servido como religión no oficial de cualquier país. La santidad y la preeminencia del trabajo se encuentran en el corazón de la política, la economía y las interacciones sociales de los gobiernos. ¿Qué podría pasar si el trabajo desaparece en plena aceleración exponencial de la IA?

En primer lugar, viviremos la paradoja del trabajo: muchas personas que odiaban su trabajo, sintiéndose esclavas de él, pero parcialmente mucho más miserables sin hacer nada. Un informe de Gallup de 2014 sobre la satisfacción de los trabajadores estadounidenses encontró que hasta el 70 por ciento no se sienten comprometidos con su trabajo actual.

En caso de no adoptarse medidas gubernamentales ante el avance imparable de la IA y del tsunami de desempleo masivo, se revivirán situaciones como las vividas en el siglo XX derivadas de la transformación de las industrias automovilística, textil o del acero. La depresión, el abuso conyugal y el suicidio se hicieron mucho más frecuentes; el número de casos del centro de salud mental del área se triplicó en una década.

Segundo aspecto, tocará orquestar bien el instrumento –o similar- de la renta básica universal, que en la actualidad se está convirtiendo en una idea relevante, respaldada no solo por Elon Musk, sino por figuras como Mark Zuckerberg, Jeff Bezos o Bill Gates, aunque a mi modo de ver, erróneamente utilizada. Está recibiendo mucha tracción y atención, hay muchos proyectos piloto y experimentos importantes en todo el mundo, pero no es una panacea; no es necesariamente una solución plug-and-play, ni extrapolable por cada nación, sino que es un punto de inicio. Es una idea que podemos desarrollar y perfeccionar y que tenemos veinte años por delante para que esté bien engranada. Especialmente buscando una manera de construir una economía futura que funcione para todos, en todos los niveles de nuestra sociedad.

Sam Altman, expresidente de Y Combinator y cofundador de OpenAI, una organización sin fines de lucro centrada en la IA y con sede en San Francisco, ha compartido recientemente sus reflexiones y algunas advertencias sobre la inminente revolución tecnológica de la IA que interrumpirá "todo". Altman menciona que el progreso tecnológico que logremos en los próximos 100 años será mucho mayor que todo lo que hemos logrado desde que controlamos el fuego e inventamos la rueda.

Por este motivo, considera indispensable diseñar un plan de riqueza para todos. Pronosticando que, en tan solo diez años, cada adulto de EE.UU. podría incluso recibir $13,500 por año de su ganancia inesperada, como antesala de la era del post-trabajo. De momento, con la creación de la startup Worldcoin, estamos viendo sus primeros pasos en dicha dirección, eso sí, con una controvertida apuesta por escanear tu globo ocular y pagarte a cambio con criptomonedas, con el objetivo de crear una nueva moneda digital global que debutará en su momento dando una participación a cada persona en la tierra.

Aun así, advierte que, si la política pública no se adapta en consecuencia, la mayoría de la gente terminará peor de lo que está hoy. Al igual que Atman, estoy convencido que, si las naciones recolectan y redistribuyen la riqueza que generará la IA, las ganancias exponenciales de productividad de la IA podrían hacer que la sociedad del futuro sea mucho menos divisiva y permita que todos participen en sus ganancias.

A medida que la IA produzca la mayoría de los bienes y servicios básicos del mundo, y acabe evolucionando y mutando hacia la Inteligencia Artificial General o Superinteligencia, las personas se liberarán para pasar más tiempo con las personas que les importan, el cuidado de ellas, disfrutar de sus aficiones, apreciar el arte y la naturaleza o trabajar por el bien social o el cambio climático. ¿Utopía? Te puedo garantizar que no para un escenario 2050.