Empresas y finanzas
Los cines confían en el verano para salvar otro año aciago en ingresos
Javier Collado Sánchez
La pandemia de coronavirus hundió a todo el sector del ocio durante 2020, cortando en algunos casos una racha positiva. Es el caso de las salas de cine, que habían rozado los 105 millones de espectadores en 2019 tras marcar mínimos de la década en 2013 con menos de 79 millones. Pero las restricciones gubernamentales y el miedo al virus hundieron el número de espectadores el pasado año hasta los 28 millones, una cifra insostenible que las exhibidoras confían en paliar a lo largo del segundo semestre de este 2021.
"La gente tiene ganas de volver y disfrutar de las películas de la mejor manera posible, en pantalla grande y con la mejor calidad de imagen y sonido", señala Toni Illa, director comercial de Cinesa, la líder en facturación del sector. Illa se muestra optimista y espera "volver a una cierta normalidad de cara al tercer trimestre del año".
Por el momento, las cifras en lo que va de año no han sido halagüeñas. Hasta la semana 24 (que concluía el pasado 11 de junio), las salas españolas han recaudado 50 millones de euros, un 80% menos que en 2019 y la mitad que el pasado año.
Vuelven los blockbusters un año después
En este sentido, el verano supondrá un punto de inflexión. A las menores cifras de contagio, restricciones de las comunidades autónomas y al incremento de población vacunada contra el coronavirus se sumará un componente clave: vuelven los grandes estrenos a las carteleras. Durante 2020, muchas distribuidoras evitaron los grandes lanzamientos para eludir auténticos batacazos en taquilla. Es el caso de Un lugar tranquilo 2, estrenada este viernes pero que estaba prevista para marzo de 2020, o de la película de Marvel Black Widow, que verá la luz en julio, 14 meses después de lo programado.
En el caso de quienes sí salieron adelante con sus grandes apuestas, los números hablan por sí solos. Wonder Woman 1984, estrenada la semana previa a la Navidad de 2020, ha recaudado en España hasta la fecha 3,6 millones de euros, menos de la mitad que su precuela de 2017, y 655 millones menos en el conjunto del planeta. La comedia española Padre no hay más que uno 2, por el contrario, se quedó más cerca de su antecesora, con 12,9 millones recaudados frente a los 14,2 millones de la de 2019.
Pero las distribuidoras parecen haber abierto la veda y en las próximas semanas llegarán estrenos de secuelas como de Peter Rabbit, de Space Jam, de El Otro Guardaespaldas, de Hotel Transilvania, de Bebé Jefazo o de Fast and Furious, entre otras. A ellas se sumarán comedias españolas como A todo tren: Destino Asturias, de Santiago Segura, u Operación Camarón, con Julián López y Natalia de Molina.
Las exhibidoras confían en que todos estos estrenos vuelvan a llevar al público a las salas, pero también en esto hay diferentes grados de afectación. Las grandes cadenas o los cines que beben fundamentalmente de grandes estrenos se aferran a esta época veraniega, pero aquellos con una cartelera más diversa o de apuesta por el cine independiente cree que su gran momento llegará a partir de septiembre. Es el caso de los Renoir, cuyos cines han estado "más protegidos" durante la pandemia al contar con una programación menos comercial y más independiente, y que anhela que los estrenos veraniegos sean "un impulso para la recuperación del sector" que se extienda más allá del estío de cara a los filmes de autor, como cuenta a elEconomista el responsable de Programación de la compañía, Octavio Alzola.
Las salas de toda España que han logrado sobrevivir a la crisis recibirán a los espectadores con los brazos abiertos, pero no en igualdad de condiciones. Desde la Federación Española de Cines de España (FECE) recuerdan que cinco comunidades autónomas (Asturias, Cantabria, Castilla y León, Extremadura y La Rioja) mantienen la prohibición del consumo de alimentos en las salas, a pesar de que sí lo permiten en el interior de la hostelería. Las palomitas, bebidas y otros alimentos suponen para muchas exhibidoras una importante fuente de ingresos, ya que el espectador llega a pagar por ellos más que por la entrada de la película.
La otra amenaza: la migración al streaming
El consumo de estos productos, junto con la calidad de imagen y sonido y la, frecuentemente, experiencia social de ir al cine, son factores que no están presentes en la que se erige como gran amenaza en el medio plazo a las salas: las plataformas de streaming.
Las restricciones a la población han llevado a una parte de la audiencia a acostumbrarse aún más al consumo de largometrajes desde el sofá de casa, y algunas plataformas han aprovechado la pandemia precisamente como 'caballo de Troya' para forzar un cambio de paradigma en el consumo cinematográfico. Si Netflix lleva años produciendo películas que pasan por la gran pantalla de forma testimonial, el coronavirus ha impulsado el estreno simultáneo en cines y plataformas de algunas grandes distribuidoras, como Warner o Disney. Esta última ya lo hizo con su remake de Mulán cobrando 25 dólares en EEUU para verla desde casa a sus abonados de Disney +, con lo que habría recaudado más de 250 millones de dólares por esta vía, según un estudio. Ha repetido el experimento con Cruella y lo hará con Black Widow.
Sin embargo, esto no parece asustar a las exhibidoras: "Creemos que las plataformas no son competencia sino complemento. Los clientes que aman el cine son los que más van a cine y los que más consumen cine en casa", señala Illa desde Cinesa, resaltando que "cubren necesidades, momentos y emociones experienciales diferentes".
Por su parte, Alzola defiende que los cines aportan beneficios "a toda la cadena de valor", porque "si una película se explota en cines a nivel mundial saca un beneficio mayor que si se explota a la vez en otros dispositivos", por lo que considera que el estreno simultáneo ha sido una consecuencia puntual de una "situación extraordinaria" y que "cuando el público vuelva a las salas, las plataformas se plantearán pasos atrás".
Búsqueda de alternativas y petición de ayudas para subsistir
Ante todas estas situaciones desfavorables, las exhibidoras se han visto obligadas a demostrar su capacidad de adaptación. Los cierres de las salas por orden del Gobierno durante el segundo trimestre de 2020 y las fuertes restricciones horarias y de aforo en los meses siguientes han llevado a las compañías a acogerse a ERTEs, tomar medidas como abrir únicamente los fines de semana y a fijar como algo común la emisión de películas antiguas con ejércitos de fans para suplir la ausencia de blockbusters.
"Lo que hemos hecho ahora es analizar los gustos de nuestros clientes para confeccionar una oferta de ciclos que pudiera suplir esta falta de estrenos pero que permitiera a los espectadores continuar disfrutando del cine de la mejor forma posible", señalan desde Cinesa, donde han recuperado sagas como El Señor de los Anillos y emitido clásicos como Los Goonies o Gladiator.
Pero no todos han podido sacar adelante este tipo de iniciativas, y el sector reclamó desde el inicio de la crisis una serie de ayudas para minimizar el daño económico. FECE reclamaba en noviembre mayores ayudas al sector ante las diversas restricciones autonómicas, dado que los 13 millones de euros aprobados en mayo de 2020 - de los que 10 se concedieron en noviembre- para apoyar a las salas de cine se habían demostrado "claramente insuficientes". Fueron entonces 10 millones a repartir entre 236 beneficiarios, cuando FECE calculaba que en los primeros seis meses de la pandemia el sector acumulaba pérdidas de más de 100 millones.
"Ha sido muy duro y sigue siendo muy duro. En otros países se han recibido más ayudas, aquí son insuficientes, una cosa mínima con respecto a lo que ha habido en Italia o Francia", apunta Alzola.