El presidente de AIG defiende las primas aunque reconoce que son "de mal gusto"
El presidente de American International Group (AIG), Edward Liddy, ha salido en defensa de las primas por valor de 165 millones de dólares que la aseguradora repartió la semana pasada entre 73 de sus ejecutivos. Según afirmó en su comparecencia ante el Congreso, estaba "atado" legalmente ya que estaban incluidas en los contratos firmados hace más de un año.
Sin embargo, Liddy reconoció que esas bonificaciones han sido "de mal gusto", a modo de concesión a los contribuyentes y la Casa Blanca, donde reina un gran malestar por dichos pagos. De hecho, el presidente de EEUU, Barack Obama, a través del secretario del Tesoro, Tim Geithner, ha asegurado que AIG deberá devolver el dinero de los bonus.
Ante el Subcomité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, Liddy reconoció que "debemos seguir operando como una empresa", y señaló que debido a "ciertas obligaciones legales", AIG tuvo que pagar la semana pasada a sus ejecutivos. Dichos directivos, once de los cuales ya no trabajan para la compañía, se embolsaron primas por importe de al menos un millón de dólares, después de que la empresa tuviera que ser rescatada en septiembre por el Gobierno, que desembolsó 170.000 millones de dólares de fondos públicos para evitar su quiebra y en la actualidad posee casi el 80% de la compañía.
En concreto, uno de ellos recibió un jugoso bonus de 6,4 millones de dólares, los siete mayores perceptores se hicieron con primas de más de cuatro millones, mientras que entre los diez máximos beneficiarios se repartieron 42 millones de dólares. Asimismo, 22 ejecutivos percibieron más de dos millones de dólares por cabeza, hasta sumar un total de 165 millones de dólares.
"Indignación"
"Comparto la indignación de la gente. Esos pagos son de mal gusto (...), pero cuando debes dinero a alguien tienes que pagárselo", añadió el titular de AIG, quien aclaró que él no va a recibir ese tipo de bonificaciones y recordó que se hizo cargo de la compañía hace seis meses a petición del entonces secretario del Tesoro, Henry Paulson.
"Se cometieron errores que pocos hubieran imaginado", admite Liddy, quien aclara que si él hubiera estado al frente de la compañía en el momento en que se firmaron esos contratos no habría permitido que se incluyeran las polémicas cláusulas de retención. "Pero tenernos un plan para devolver el dinero y estamos haciendo progresos", añade.
Las declaraciones de Liddy están en línea con el artículo de opinión que ha escrito para el Washington Post, donde se compromete a devolver todo el dinero al Gobierno haciendo transferencias de valores y cerrando algunas unidades de productos financieros.
Insulto a los contribuyentes
Legisladores de ambos partidos criticaron la actuación de AIG, que se ha convertido en símbolo de "arrogancia e incompetencia". "Queremos el dinero de vuelta", aseguraba una legisladora demócrata. "La gente entiende que son tiempos difíciles y hay que hacer sacrificios pero no acepta el uso irresponsable de sus impuestos", añadía otro republicano.
Shelley Moore Capito, representante del estado de Virginia Occidental, abogaba por una mayor transparencia en el uso que se da a los planes de rescate de las empresas y pedía a las grandes empresas más "prudencia" porque el reparto de bonificaciones, según dijo, son un "insulto" para la gente.
El presidente del comité, el demócrata Barney Frank, advirtió a Liddy que si no hace públicas las identidades de los 73 ejecutivos que recibieron las bonificaciones hará todo lo que esté a su alcance para obligar a la compañía a revelarlos. "Usaremos el poder que tenemos para conseguir sus nombres", subrayó.