El otoño de los servicios 5G: ¿necesitamos ahora la nueva tecnología móvil?
- Se están creando las condiciones para una caída de los ingresos unitarios
- Las tarifas convergentes planas pueden animar la migración de los usuarios
Alberto Horcajo
La imprevisible irrupción de la pandemia, con impactos tremendos en los hábitos de uso y las preferencias de compra de servicios de telecomunicaciones, tiene el potencial de producir un quebranto apreciable en los resultados de los operadores en España, que, como señala Ramón Muñoz en El País del 25 de Agosto pasado, ya en el segundo trimestre de 2020 han ralentizado sustancialmente sus planes de inversión en redes de banda ancha, fija y móvil. Vale la pena constatar que si bien el tráfico de datos ha crecido, (según datos del Plan España Digital 2025, "PED 2025"), en el segundo trimestre de 2020 frente al mismo periodo del año anterior un 20% en las redes fijas y un 50% en las redes móviles, los ingresos de los operadores apenas se han mantenido frente al año anterior, con un significativo retroceso de los beneficios y de la generación de caja.
En la relativa sequía de noticias del estío, el editorial del mismo medio del 27 de Agosto instaba no obstante al Gobierno español a persuadir a los operadores a no dejar de hacer las inversiones necesarias para ampliar la cobertura de la banda ancha fija y para la renovación de la tecnología móvil.
En lo que se refiere a 5G, potencialmente diez veces más rápida que la última generación de 4G actualmente en uso, esto supondrá previsiblemente un retraso adicional al ya anticipado por razones técnicas -la consolidación del standard de radio que no se apoya parcialmente en tecnología anterior ("stand-alone"), de momento solo en funcionamiento en un operador en Estados Unidos y, sobretodo, las eventuales decisiones de los operadores en relación con cuáles proveedores de equipamiento seleccionar tras la puesta en cuestión de la fiabilidad por razones de seguridad pública de los fabricantes chinos-, después del primer lanzamiento selectivo y limitado por parte de Vodafone hace ahora poco más de un año y del anuncio del encendido de su red 5G por parte de Movistar el pasado 1 de septiembre.
Mayor calidad por el mismo precio
Más recientemente, el 7 de septiembre Orange anunció el inicio del servicio 5G, con las tarifas vigentes de 4G -en los mismos términos de similar anuncio por parte de MásMóvil dos días después-, lo que hace presagiar la dificultad para repercutir en precios la mayor calidad del servicio en un mercado móvil tan disputado, acelerando la caída de la rentabilidad del capital invertido y la probable extensión de la languidez de los precios de las acciones de los operadores.
La coyuntura actual y el habitual esfuerzo comercial del final del periodo estival han impulsado una ola de nuevas ofertas de conectividad, cada vez más favorables para los clientes, en la disputa por una cuota mayor en un mercado estancado. Es decir, se están creando las condiciones para una caída de los ingresos unitarios y previsiblemente ajustando a la baja la rentabilidad ceteris paribus asociada a los servicios de 5G, especialmente si se generalizan y tienen éxito las fórmulas de datos móviles ilimitados, siquiera asociadas a fórmulas de uso razonable, ya lanzadas por varios operadores. La expectativa es que el aumento del número de dispositivos conectados asociados a máquinas y la transferencia al móvil del vídeo y otras aplicaciones incipientes traigan consigo una explosión del tráfico que pueda compensar la reducción efectiva de precios, pero la profusión de tarifas planas dificultarán el aumento de ingresos y la comprobación de la falta de crecimiento de los negocios de los operadores quizás ahuyente a los inversores, lo que, en circunstancias normales, eventualmente encarecerá su financiación, necesaria para acometer las inversiones -como la compra de espectro radioeléctrico necesario y ya disponible en la banda de 700 MHz que el Estado prevé licitar a comienzos de 2021- necesarias para el relevo de tecnología móvil.
Derecho a la intimidad
A escala global, Estados Unidos y China disputan el liderazgo en la adopción de 5G, con aproximaciones muy diferentes que sin embargo tienen en común la meta de aumentar notablemente la capacidad de transmisión de datos móviles en países de escala continental y vastos territorios con escasa densidad de población, así como la ambición de emplear la nueva tecnología para usos varios que pueden menoscabar el derecho a la intimidad de sus ciudadanos, de muy diferente formulación en ambas naciones. Como no podía ser de otro modo, en Estados Unidos el avance de 5G está impulsado por el sector privado -en un abanico amplísimo que va desde los fabricantes de redes y dispositivos hasta las plataformas digitales y los operadores- y facilitado por el Estado, mientras en China se invierten los roles y el Estado impulsa la nueva tecnología como elemento de su acción política, con la colaboración indeclinable de operadores y fabricantes, que responden a las consignas marcadas por las autoridades, lo que explica en parte que al escribir estas líneas existan cerca de 390 mil emplazamientos de 5G en China, desplegados de manera conjunta por los tres operadores móviles.
La Unión Europea por su parte apoya las iniciativas de los Estados miembros para cerrar la brecha digital móvil y el empeño de los agentes económicos para utilizar la nueva tecnología para ampliar la oferta de servicios y contenidos y aumentar la productividad de particulares, empresas y administraciones públicas, en un marco adecuado de protección de los datos personales. En ese contexto, se están llevando a cabo en Europa y en concreto en España, con importantes ayudas públicas, cientos de pilotos de la tecnología 5G con el propósito de probar la efectividad de su rendimiento para usos diversos, más allá de la mera transmisión de datos exponencialmente más rápida. Tal vez el éxito de estos pilotos permita la aparición de nuevos modelos de negocio asociados a aplicaciones concretas en procesos digitales de diseño, fabricación y venta; en la sanidad, la educación -en particular haciendo posible una formación continua interactiva- y el entretenimiento; en la seguridad personal y la gestión medioambiental. Los posibles nuevos negocios podrían difuminar los entornos actuales de competencia, creando nuevos términos comerciales y mercados dinámicos, atendiendo a los intereses públicos, experiencias de conectividad emergentes y a la creatividad individual, dando respuesta a los desafíos globales del envejecimiento poblacional, el deterioro climático y el estancamiento social.
La imparable digitalización de las relaciones personales, de la colaboración profesional, de los soportes educativos y de la compra de bienes y servicios, apoyada en una infraestructura de telecomunicaciones extensa, robusta y diversificada, como la que contempla como una fortaleza de partida para España el PED 2025, describiendo un entorno óptimo para el desarrollo de 5G, será en opinión del Gobierno un pilar fundamental de la esperada recuperación económica, atribuyendo a la nueva tecnología móvil la creación de 300 mil nuevos empleos e inversiones de 5 mil millones de €, según las predicciones del análisis realizado en 2016 por Trinity College Dublin y otras tres entidades para la Comisión Europea, induciendo una recaudación tributaria adicional aún no cuantificada. Las capacidades de los actores públicos y privados reprimidas por la pandemia podrán movilizar el interés del público y de los gestores empresariales, creando un flujo favorable para la materialización de las expectativas económicas, con una distribución equilibrada de los beneficios de la innovación posibilitada por 5G, en torno a los tres ejes de la realidad virtual en movimiento, de la inteligencia artificial de proximidad, -aprovechando las capacidades de lo que se denomina "computación en el borde" (edge computing)- y de la profusión de sensores para la automatización de procesos de decisión sin intervención humana.
Motor de productividad
Tal vez la extensión de 5G sea, como se espera, uno de los facilitadores de una recuperación sostenida y eficiente de la economía española y para ello el Gobierno se ha manifestado dispuesto a acelerar la presentación de un proyecto de nueva Ley General de Telecomunicaciones que transponga -siquiera fuera de plazo- al ordenamiento jurídico español las previsiones del Código Europeo de Comunicaciones Electrónicas, así como a racionalizar y agilizar trámites necesarios para la autorización por diversas Administraciones de los despliegues de infraestructuras. Quizás las condiciones de la próxima licitación de espectro radioeléctrico en la banda de 700 MHz puedan replicar siquiera en la fórmula de pago las que se ofrecieron en la última subasta de la banda media de 3.6-3.8 GHz, lo que sin duda animaría a los operadores a realizar antes las inversiones esperadas. En fin, la creciente y variada oferta de dispositivos móviles y la convergencia real de rendimiento de WiFi y 5G en un panorama de tarifas convergentes planas puede animar la migración de los usuarios, sin necesariamente alterar las bases de clientes y en consecuencia preservando ingresos y atenuando los elevados costes de retención y captación, que pueden representar más de doce meses de facturación de los operadores. Estos y otros aspectos de la transición tecnológica fueron abordados recientemente en la sesión específica del foro sectorial de DigitalES el pasado 10 de septiembre y de las intervenciones y debates celebrados por representantes de las principales empresas del universo de las tecnologías de la información y las comunicaciones cabe esperar que surja pronto una visión de sector compartida y planes comerciales determinados y distintivos en los próximos meses para 5G en España.
La conjunción de factores adversos propios del sector de telecomunicaciones móviles: saturación y corrosión del mercado; relativa inmadurez tecnológica; inexistencia hasta la fecha de aplicaciones que aceleren la demanda de la mayor velocidad de 5G y el cataclismo macroeconómico derivado de la pandemia, que ha hecho insoslayables y urgentes políticas asistenciales en prácticamente todos los ámbitos, puede no obstante dilatar la renovación general de la tecnología móvil, que sin embargo, -teniendo presente el decidido impulso gubernamental y el compromiso demostrado de calidad con los clientes de los operadores- como la primavera, acabará llegando.