Empresas y finanzas
007: licencia para arrasar en taquilla
Sobre Daniel Craig, el nuevo actor que da vida a James Bond en Casino Royale -la última película de esta saga-, recayeron todos estos reproches y alguno más mientras rodaba este largometraje.
Pero lejos de boicotear la película con tanta lindeza, todos esos comentarios se convirtieron en su mejor publicidad. En Gran Bretaña, dónde se acaba de estrenar, ya está siendo un éxito de taquilla. Y el vapuleado Craig fue recibido con honores durante el preestreno en Londres. Habrá que esperar hasta el próximo viernes 24 para conocer el recibimiento que le da el público español.
La número 21 de la saga
Conociendo los precedentes, es fácil hacerse una idea. Casino Royale es la película número 21 sobre el agente 007. Han pasado 44 años desde que la primera cinta del personaje creado por Ian Fleming, se viera en los cines de medio mundo con Sean Connery como protagonista. Corría el año 1962 y su éxito fue tal que, sólo en esa década, se rodaron cinco películas más de James Bond. Y después vino otra, y otra más, y el presupuesto para cada una de ellas iba creciendo al mismo ritmo que la gente solicitaba un poco más del espía británico más famoso del mundo del celuloide. La industria cinematográfica encontró en James Bond una fórmula mágica que desde entonces no ha cesado de explotar.
De momento, esta saga ha amasado cuatro mil millones de euros, y todavía falta por sumar la caja que haga Casino Royale, una película en la que se ha invertido poco más de 100 millones de dólares. Un presupuesto mucho menor que el de la anterior película de James Bond, Die another day (Muere otro día), con Pierce Brosnan dando vida a Bond.
Esta producción se rodó con 142 millones de dólares y recaudó la friolera de 430 millones en todo el mundo. Muy mal le tiene que ir a Casino Royale para que no siga los mismos pasos del último largometraje.
Nueva película para 2008
De momento, como James Bond se ha convertido en una de las licencias más apetitosas del cine, sus productores -muy confiados del éxito que tendrá la nueva cinta- ya han anunciado que para 2008 habrá una nueva película con este personaje, la vigésimosegunda, en cartelera. Y Daniel Craig, el sexto agente 007 más polémico, volverá a encarnar al espía, le pese a quien le pese, una adevertencia que anuncian con orgullo los productores Michael Wilson y Barbara Broccoli, contentos del nuevo aire que le ha otorgado este actor a Bond, "más oscuro y más irritable".
Este espía sufrirá, será torturado y manchará de sangre su impoluto esmoquín. En realidad, lo único que podría cambiar es el escenario, los clásicos estudios londinenses Pinewood en los que se rueda, por sus elevados costes. Algo que podría convertir al futuro film de sello británico en un nuevo foco de críticas.
Dirigida por el neozelandés Martin Campbell, Casino Royale está basada en el primero de los doce libros y cuatro cuentos breves que Ian Fleming publicó con diferentes historias sobre un agente con licencia para matar. La publicó en 1953 y curiosamente es la única novela de este escritor que faltaba por llevar al cine, ya que sólo se hizo en una ocasión en forma de parodia, muy lejos del estilo adoptado por el resto de los largometrajes de la saga con más exito en la historia del cine.
Un triunfo que esta serie debe en gran parte a los actores que se han puesto en la piel de Bond: Sean Connery, que dejó el papel por miedo a quedar encasillado; George Lazenby, que no logró vencer al fantasma Connery; Roger Moore, otro de los Bond más clásicos (él también era rubio y no le machacaron tanto como a Craig); Timothy Dalton, que sólo interpretó al espía en dos películas y Pierce Brosnan que, dicen las malas lenguas, sus 54 años eran demasiado evidentes como para dar vida al intrépido espía.
Un hombre-anuncio
James Bond es un escaparate publicitario en sí mismo. Coches de lujo, relojes de alta gama, bebidas alcohólicas... Nada de lo que lleva, nada de lo que toca y nada a lo que se acerca este agente es fruto de la casualidad. Las marcas pujan por salir junto a Bond y no es casualidad que unas veces conduzca el clásico Aston Martin, un BMW o un Mondeo. Tampoco lo es que lleve un sofisticado Omega o que aparezca bebiendo una Heineken o vodka Smirnoff. Los gustos de Bond, ese fanático que sólo bebía Martini, están cambiando. Nadie, ni el espía más justiciero de todos los tiempos, se resiste a un buen cheque.