Fin a las cuotas de la remolacha: entre el optimismo y la incertidumbre
- La competencia de los vecinos y el precio, las principales amenazas
Enrique Palomo
Llegó la hora. Con la apertura esa semana de la fábrica de Toro de Azucarera y la de Olmedo de Acor se cierra una época tal y como la conocíamos. La última campaña con cuotas que abre un periodo de reflexión sobre cómo afrontará el sector la liberalización a partir de octubre del año que viene. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Agro
Para Juan Luís Rivero, consejero delegado de Azucarera, el fin de cuotas de producción supone un escenario cargado de oportunidades para atender la demanda de los clientes con mayor eficiencia. Oportunidad, que es también extensible al cultivo de remolacha, "ya que se podrá sembrar sin tener en cuenta la limitación productiva actual y promover así una mayor rentabilidad para los agricultores".
Actualmente, en España se consumen 1,3 millones de toneladas de azúcar al año, de las que Azucarera produce alrededor de 450.000. En el horizonte 2020, Azucarera aspira a producir 600.000 ó 650.000 toneladas de azúcar de remolacha nacional. Esta empresa ha puesto en marcha un ambicioso plan de reducción de costes y de mejora de los procesos industriales de extracción del azúcar y logísticos en todos sus centros. Además de planes para apoyar a los agricultores en el campo: "Nuestro Plan 2020 tiene como objetivo crecer logrando una mejora de los rendimientos y de la calidad de la remolacha a un coste razonable, en condiciones medioambientalmente sostenibles", explica Rivero.
Amenazas identificadas
Las amenazas que se ciernen sobre nuestros productores están identificadas: la presión competitiva que ejercen nuestros vecinos europeos, especialmente Francia, y en menor medida Alemania, países que pueden producir con costes inferiores debido a que su coste energético y de riego es mucho menor. La otra es el precio del azúcar, que todavía no se sabe cómo responderá ante un mercado liberalizado. En este sentido, desde Azucarera estudian con sus clientes "marcos de colaboración que minimicen el impacto de la fluctuación del precio del azúcar en un contexto liberalizado y generen estabilidad entre proveedor y utilizador", señala el consejero delegado de Azucarera.
Los agricultores, concentrados en sacar cada vez mejores rendimientos y ahorrar costes, se mueven entre el optimismo y la incertidumbre. "Mi padre y yo somos remolacheros de toda la vida y llevamos escuchando muchos años que el cultivo y la fábrica va a desaparecer, y ahí sigue", comenta Francisco García de Quirós Reyes, agricultor en el Puerto de Santa María (Cádiz).
Para este productor la clave de la continuidad de la remolacha pasa por si se seguirá ganando dinero con ella. "Tenemos producciones altas que cuestan mucho trabajo sacarlas adelante, se gana poco, pero estoy seguro de que se seguirá sembrando si tiene un precio que compense. Para De Quirós Reyes, es una lástima que no se mire más por el trabajo del campo: "Creo que si Administración quiere, la remolacha seguirá siendo viable. Si es rentable en Francia y en Alemania, a pesar de nuestros mayores costes de producción, lo puede ser en España también".
Según datos de Azucarera, la superficie, después de una tendencia claramente creciente durante los dos últimos años en la zona norte, ha descendido. La abundancia de precipitaciones impidió durante la presente campaña un desarrollo normal de las siembras, como sucedió también en la campaña 2013/2014. De las 19.701 de la campaña 2014/15 pasamos a las 20.518 de la 2015/16, que se han convertido en 18.108 en la actual 2016/17.
La esperanza sigue puesta en unos rendimientos esperanzadores que no paran de crecer año a año. "De las 104 toneladas por hectárea de la 2014/15 hemos pasado a los 111,02 de la 2015/16 en la zona norte y de los 85,1 de la 2014/15 a los actuales 90,15 de la 2015/16 de la zona sur. Hemos conseguido los mejores rendimientos de la UE, alcanzando las 112 toneladas por hectárea en la zona norte. Los cultivadores de remolacha españoles están entre los mejores del mundo y eso es una garantía competitiva", comenta Juan Luis Rivero.
Reducir costes
Para la cooperativa Acor, una de las claves de la competitividad de la remolacha en el futuro pasa por la reducción de los costes de riego que suponen entre el 20 y el 30% del gasto de la explotación y en éste están centrando sus esfuerzos. "Mejorar en aspectos como la fertilización o el abono va a suponer poco margen de ahorro para el agricultor; sin embargo, el apostar por energías renovables nos puede suponer un ahorro de entre el 50 y el 75% del coste del riego", explica Miguel Ángel Catalán, jefe de Cultivos de Acor.
En la actualidad, ya hay más de 20 instalaciones que se "alimentan con energía fotovoltaica y una que combina tanto la eólica como la solar. "Para la próxima campaña aumentaremos esta cifra, porque ya hay muchas en estudio", remarca Catalán. Aunque instalar estos nuevos recursos energéticos son inversiones altas, el plazo de amortización es relativamente corto. "En un préstamo a 10 años, en caso de necesitarlo, con lo que se ahorra de energía el agricultor, se va amortizando el préstamo".
Las nuevas instalaciones que utilizan energías renovables no son autosuficientes, siempre necesitan un apoyo, bien eléctrico o por gasóleo, ya que "no cubren al 100% las necesidades de horas de riego". El desembolso que hay que hacer paraliza en ocasiones el que se pongan más instalaciones de este tipo. "La inversión es considerable, lo que frena que se apueste definitivamente por estos proyectos; también el miedo a los robos del que pueden ser objeto", explica Antonio Gil, remolachero en Cigales (Valladolid).
Paralelamente, a estos avances en ahorro del coste de cultivo, se avanza en la mejora genética del cultivo. Las variedades mejoran las producciones en torno a un 2% al año. "Todavía no hemos alcanzado nuestro techo productivo; el objetivo de conseguir de media las 140 toneladas por hectárea es real, muchos agricultores ya alcanzan esa cifra", señala el jefe de Cultivos de Acor.
Desde el punto de vista de la fábrica, también se están realizando inversiones para reducir los costes de fabricación y conseguir un ahorro del coste de energía que se invierte en la extracción del azúcar. El primer paso, en este sentido, fue la adquisición de un nuevo difusor que supuso unos 14 millones de euros. En Azucarera también van a invertir entre 16 y 18 millones de euros anuales con el objetivo de mejorar la competitividad de las fábricas.
Hay confianza en un futuro para la remolacha, y tanto en los planes de Acor como de Azucarera, está el aumentar la superficie tras la eliminación de cuotas en 2017. "Nuestra idea es pasar del actual límite de cupo de 120.000 toneladas de azúcar a las 180.000 toneladas de azúcar a corto plazo", explica Miguel Ángel Catalán. En Azucarera, tienen los mismos planes. "De aquí a 2020, nuestra ambición es aumentar la superficie de siembra en un 20% y queremos atender el incremento de demanda produciendo más y siendo a la vez más competitivos", afirma Juan Luis Rivero.