La ingeniería agrícola, clave en la transferencia de conocimiento
Las ingenierías, en general, han visto mermado el número de alumnos de nuevo ingreso en España en los últimos lustros.
Los jóvenes perciben estas titulaciones como estudios muy duros, donde las matemáticas y la física son su principal temor. Las ingenierías del área agrícola no han sido ajenas a este contexto. Así, en las dos últimas décadas, la universidad española ha perdido alumnos en las ingenierías del ámbito agrario. Las razones son diversas. Por un lado, el ya mencionado "temor" a las matemáticas y física; por otro, el desconocimiento por parte de los jóvenes de estas Ingenierías y de sus múltiples salidas profesionales, además de su estrecha vinculación con el medio ambiente. También influye la percepción por la sociedad de que el sector agrario es poco rentable y no está imbuido de las nuevas tecnologías, algo totalmente erróneo, ya que en la agricultura se están aplicando las últimas tecnologías con una evolución continua.
Las principales salidas de los egresados en Ingeniería Agrícola están relacionadas con la industria agroalimentaria (29 por ciento), empresas de suministros y servicios (19 por ciento), ingenierías y consultorías (12 por ciento) y administración (10 por ciento).
Actualmente, bajo la batuta del Espacio Europeo de Educación Superior, las ingenierías del ámbito agrario se han convertido en Grados de 240 créditos, con diversa denominación, aunque cabe destacar el nombre de: Graduado en Ingeniería Agroalimentaria y del Medio Rural. Estos nuevos graduados han iniciado su andadura profesional recientemente, en muchos casos, bajo la tutela de los Colegios de Ingenieros Técnicos Agrícolas, ya que se establece la correspondencia profesional entre el Graduado y el Ingeniero Técnico Agrícola, aunque académicamente sean diferentes.
El sector agrícola viene arrastrando una crisis desde hace tiempo, algo que se observa en la falta de relevo generacional y en el descenso de estudiantes de Ingeniería Agrícola. Sin embargo, en los últimos años, desde los inicios de la crisis de 2007, el sector agroalimentario ha sido el que más ha crecido en exportaciones y menos pérdida de empleo ha tenido. Toda una paradoja.
Las expectativas de empleabilidad apuntan a que seguirán siendo positivas en el futuro, ya que la presencia de los técnicos se hace necesaria en muchos ámbitos del sector agroalimentario, por las exigencias de la propia actividad y también por normativas. Así, son campos de gran actividad para los Ingenieros Agrícolas los vinculados con la calidad, la mejora de la productividad, los procesos de postcosecha, la eficiencia del riego, las nuevas tecnologías como la aplicación de los sistemas de información geográfica, la teledetección o el empleo de drones para mejorar la productividad, el asesoramiento en gestión integrada de plagas, la eficiencia energética, la preservación y mejora del medio ambiente, etc. En todos ellos es necesaria la innovación y la transferencia de conocimientos. Y nuestro colectivo será clave en todo este proceso.
Se trata de una profesión bonita, cada vez más vocacional, que está en pleno contacto con la naturaleza, que contribuye a la sostenibilidad mediante un uso racional de los recursos y   que ayuda a preservar los ecosistemas. Todos ellos, aspectos esenciales para la vida en nuestro planeta.
Javier Lorén
Presidente del Colegio de Ingenieros Agrícolas de España