"Ahora sí, ahora no". Foxconn, el fabricante chino responsable de la ensamblación de los componentes de los iPhones e iPad de Apple, así como de multitud de productos de otras grandes marcas, mantiene un curioso tira y afloja con la administración Trump. Tras percatarse de la animadversión del inquilino de la Casa Blanca hacia todo aquello relacionado con China -a raíz de la tensión arancelaria entre ambos estados de los últimos meses- , la compañía asiática anunció su intención de salir de su país con tal de salvar su negocio. De esa forma, el pasado junio confirmó sus planes de deslocalizar algunas de sus plantas chinas para situarlas en otros países amigos de Estados Unidos. Poco después, la compañía ha sorprendido a la comunidad tecnológica al apostar por los propios EEUU para situar sus futuras plantas. En concreto, Foxconn abría la puerta a construir una gran factoría de LCD (tecnología empleada para las pantallas de los smart-phones, tabletas y paneles de televisión) a cambio de recibir subvenciones por importe de 4.000 millones de dólares (3.570 millones de euros), con créditos fiscales, inversiones en infraestructuras y pagos directos en efectivo del estado. Es decir, Foxconn estaría dispuesto a dar una alegría a Trump, pero condicionado a que éste contribuya con notables ayudas fiscales. En ese caso, Foxconn crearía 13.000 puestos de trabajo (de forma directa e indirecta) y regaría de riqueza la zona, ya que también utilizaría suministradores locales.