La banca española se plantea seriamente extender el cobro a los clientes por depósitos como consecuencia de la política monetaria del BCE. Desde hace años, las entidades aplican tipos negativos a las imposiciones que realizan las grandes compañías, unas tasas que podrían ampliarse dentro de poco al conjunto de las empresas, como ya sucede en otros países europeos. A priori, según destacan fuentes del sector, estos intereses no afectarán en ningún caso al dinero de los particulares.Varios altos ejecutivos de los bancos han indicado a este periódico que el cobro por los depósitos de manera masiva está encima de la mesa más que nunca y que podría comenzar a ejecutarse más pronto que temprano. Eso sí, matizan que todo dependerá de la estrategia de cada entidad, de los próximos pasos que realice el BCE y de las medidas que se adopten en otros sistemas financieros. En el sector se da por garantizado que en las próximas reuniones el organismo que preside Mario Draghi incrementará el tipo que los bancos tienen que pagar por depositar el dinero sobrante en su ventanilla, que en la actualidad se sitúa en el 0,4 por ciento. Este porcentaje, según las estimaciones del mercado, subirá hasta el 0,45 o 0,5 por ciento antes de que termine 2019, aunque las previsiones menos optimistas lo fijan en el 0,7 por ciento. De cumplirse el peor escenario, estos directivos vaticinan que sí o sí tendrán que actuar para mejorar sus ingresos y universalizar en el mundo empresarial el cobro por los depósitos. Si, finalmente, el alza es mínima, el colectivo de compañías a las que se les establezca tipos negativos por el dinero será limitado.Coste de 400 millonesEl año pasado, los bancos españoles tuvieron que abonar al BCE unos 400 millones de euros por los fondos de liquidez sobrantes, el 5 por ciento de la recaudación que tuvo el organismo monetario por la denominada facilidad de depósito.De hecho, en sus explicaciones sobre la reunión de la semana pasada, la institución monetaria indica que sería positivo el cobro por los depósitos para la economía y para que su política expansiva amplifique sus efectos, ya que el dinero de las imposiciones aumentará al refugiarse en los bancos más sólidos y estos tendrán más recursos para ofrecer créditos, que es el fin último de las medidas adoptadas desde hace años. El BCE matiza que esta situación es favorable únicamente para el caso de las empresas, debido a que éstas tienen la necesidad de tener guardados en el banco los picos de tesorería para abordar sus proyectos y abonar sus facturas.En el caso de los particulares, una medida de tal calado podría provocar una fuga considerable de dinero, porque los consumidores no están acostumbrados a pagar por este servicio, todo lo contrario, a recibir un interés a cambio. Por este motivo, los bancos españoles no están por la labor de aplicar tasas negativas al segmento minorista, porque el impacto podría ser demoledor en un momento, además, en que uno de los objetivos prioritarios del sector es aumentar su imagen pública.En Alemania, Países Bajos y Bélgica el conjunto de las empresas tiene que pagar desde hace tiempo por los fondos que tienen en las cuentas bancarias. En el país germano abonan de media un 0,08 por ciento sin tener en cuenta comisiones; en Holanda, un 0,09 por ciento; y en Bélgica, un 0,2 por ciento. En España, a pesar del cobro a una serie muy reducida de compañías, son los bancos los que pagan un 0,33 por ciento en lsa nuevas operaciones. Es decir, las entidades de nuestro país desembolsaron en intereses por este concepto casi 100 millones de euros, una factura que podría revertir por completamente con solo no remunerar. En ningún mercado se reclama dinero todavía a los particulares por sus imposiciones, ya sean a la vista o a plazo, pero en España, que es donde menos se retribuye, el tipo de interés que se aplica es de apenas el 0,05 por ciento, es decir, nada si se tienen en cuenta las comisiones de los productos. Los hogares acumulan unos ahorros en libretas tradicionales más de 800.000 millones de euros.Buena parte de todo este dinero va directamente a las arcas del BCE, donde las entidades resguardan el dinero ante la falta de alternativas de inversión. Solo una parte se dedica a conceder préstamos ante la escasez de demanda solvente.Los banqueros llevan un tiempo reclamando un cambio al BCE porque está provocando efectos negativos en la economía, ya que la presión que está ejerciendo su política está lastrando los resultados y la gestión de las entidades, en un momento clave para la recuperación del sector. Además de la facilidad de depósitos, el organismo monetario lleva años con unos tipos oficiales del 0 por ciento y no descarta colocarlos en negativo.