Ya lo dijo Walter Gropius, arquitecto e interiorista alemán fundador de la Escuela de la Bauhaus: el arte no puede enseñarse. Y los años le han dado la razón. En todas las vertientes y sectores donde esta disciplina es la columna vertebral, el talento innato, ese que no puede adquirirse a través de los libros, ha marcado la diferencia. Un perfecto ejemplo de ello es Luis Bustamente, el interiorista español que ha conquistado gran parte del mundo con sus ideas y que, ahora, nos abre las puertas de su casa para charlar sobre los "llenos y vacíos" de este mundo tan peculiar. Su hogar es como él: ordenado, equilibrado y sofisticado. No hay un rincón hecho de la casualidad ni una esquina que no esté rigurosamente pensada. Para Bustamante, que su casa materialice a la perfección su personalidad es todo un cumplido, porque él mismo nos explica que los hogares son exactamente eso, "un trocito de alma que le enseñamos a la gente". El interiorista, licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, dio sus primeros pasos en Madrid y Barcelona de la mano de la escultura y la pintura. Poco a poco, fue redirigiendo su camino al sector que hoy se dedica de una manera natural, ya que el diseño y la decoración siempre fueron su debilidad, y empezó a conocer a profesionales del mundillo. En 1991, Bustamante comenzó su carrera como interiorista en Barcelona y, rápidamente, se dio cuenta de que estaba en el lugar adecuado. Tras ocho años en la Ciudad Condal y un lustro en México bebiendo de un sinfín de artistas e inspiraciones, decidió montar su propio estudio de decoración e interiorismo en Madrid junto a un equipo de profesionales. Actualmente, esta sede funciona como el centro de operaciones tanto para proyectos nacionales como internacionales, y abarca trabajos comerciales, residenciales y efímeros. Ahora, está desarrollando proyectos de forma simultánea en Miami, Londres y Madrid. Estos, explica, muy diferentes entre sí, pero muy exigentes y de gran importancia. Aunque, como estricto profesional, no da muchas más pistas de las que debe de ninguno de ellos, pues con la discreción también hace su marca.Empezando por el final, el artista nos cuenta su sueño: que el poco tiempo que le quede en este trabajo sea haciendo proyectos que de verdad le interesan, es decir, "aquellos que despiertan la ilusión del de enfrente", y que sus hijas continúen el legado al que ha dedicado "casi todas las horas del día durante media vida". Tendencias y retosAntes del fulgor de las redes sociales, el sector interiorismo ya era un terreno complicado. Además del poco rigor que se le concedía a esta disciplina en aras de utilidad, el intrusismo ha sido siempre un fuerte contrincante. Los autodidactas del buen gusto han hecho mella en este mundo y, para combatirlo, Bustamante recurre al valor de la marca, y añade los pasos llevados a cabo para haberse hecho un nombre en el sector: "Serte fiel a ti mismo y a tu manera de sentir, tener la calidad como premisa. Este es un trabajo donde no cabe la frivolidad, aunque se preste a tener una actitud razonablemente frívola. Hay personas que creen que tienen buen gusto y se dedican a decir por ahí que son interioristas porque piensan que algo les caerá. Eso y el interiorismo real son cantidades heterogéneas, no tiene nada que ver una cosa con la otra". Y es que, en una época en la que "todo vale", existe un doble filo cada vez más claro. Cuando hablamos de las tendencias de interiorismo más actuales, Bustamante nos muestra, a golpe de ejemplos, que éstas son todas, siempre y cuando se ejecuten con calidad. "Hay una crisis del lenguaje, no hay una única manera de hacer las cosas, lo cual no es necesariamente malo, pero es más difícil, porque no sabes a qué agarrarte. Pero todo vale, lo importante es que lo hagas con rigor y personalidad, y acaba fluyendo. Esta época se diferencia del resto justamente en eso, en que es capaz de absorber cualquier cosa que sea estupenda".En este sentido, Bustamante continúa replicando que "no hay nada que pase más de moda que la moda", por ello, cuando hablamos de materiales o elementos "eternos", el interiorista vuelve a recurrir a su palabra favorita: calidad. Siempre y cuando un material y objeto no esté influenciado por "lo que se lleva", podrá sobrevivir en el tiempo. "Hay casas que he visto de hace 30 años, que si te dicen que están hechas antes de ayer, te lo crees. A lo mejor hay una tela que está vieja, pero el concepto, el criterio general del proyecto, es moderno, es fresco. Lo bueno no tiene edad". En su seña, también deja ver algo de todo esto. A caballo entre el clacisismo y la modernidad, se confiesa enamorado de los objetos del arte contemporáneo, pero admite su respeto por el mundo clásico. "En mi proyecto siempre ves un cruce de dos mundos. Una casa que tiene elementos contemporáneos pero en la que alguien de 70 años se siente bien, no se siente agredido, es porque hay algo que le recuerda a su vida". El sector españolEspaña ha estado durante muchos años a la cola en el sector de la decoración y del interiorismo, pues aquí nunca se le ha dado demasiada importancia y el argumento general era: "Yo tengo buen gusto, no hace falta". Desde hace unos años, este campo ha ido haciéndose hueco y su remontada ha sido reseñable. "Cada vez hay más conocimiento de lo que es este mundo. Siempre ha habido nociones de la arquitectura, pero muy pocas del paisajismo y el interiorismo. Ahora, cada vez es más frecuente que en España se contraten a estos tres profesionales juntos. La gente antes pensaba: como tengo buen gusto, lo hago yo, pero ya va teniendo un lugar", aclara el profesional.Así pues, Bustamante insiste en que la decoración del hogar es la carta de presentación de una persona. "Es una expresión de ti mismo. Puede parecer que hay un poco de trampa, pero no, es muy difícil trampear. Una casa es el espejo de al-guien". A este hilo aclara que, a la hora de aceptar un proyecto, independientemente del presupuesto y tamaño del mismo, siempre tiene en cuenta la ilusión y la confianza que el cliente deposite en él. En su modus operandi, además de realizar un estudio detallado del espacio, ambiente, presiones, luces, necesidades, llenos y vacíos del lugar, lejos de ejecutarlo a su imagen y semejanza, asume una posición entre psicólogo y analista. "Necesito hablar con el cliente para que me explique sus sueños y, si todavía no los ha identificado, hago que bucee en sí mismo para que los encuentre. Cuando es una pareja es más complicado, porque necesito que haya una conexión y un acuerdo entre ellos, que los dos tengan la misma idea e ilusión". Por ello, aunque la marca Luis Bustamante sea inherente a cada uno de sus diseños, el interiorista desembrolla que su misión es hacer realidad el anhelo de alguien, por lo que tiene que plasmar los deseos de su cliente, no los suyos propios. "No puedes hacer una casa que a él o ella no le interesa nada", sentencia.Proyectos Entre sus últimas obras, destaca la colaboración con Gastón y Daniela, una casa de telas española que se ha convertido en todo un referente de la decoración. Bustamante ha elaborado junto a esta empresa una colección de telas que él utiliza normalmente en sus diseños pero que le cuesta encontrar. Una serie de rayas y lisos básicos, de lanas, de terciopelo de moher. Todos, materiales que espera que otros profesionales puedan utilizar. Cuando hablamos de proyectos favoritos, dentro de su larga lista, nombra el último que tiene entre manos, que es también el que "más dolores de cabeza" le ha dado. Se trata de un trabajo en Palm Beach, Estados Unidos, que, sin adelantarnos mucho más del mismo, confiesa que "le produce algo especial".Así las cosas, respecto al interiorista de hace casi 30 años y el que encontramos hoy, la diferencia es tan clara como necesaria: "El Luis de entonces estaba muy seguro de sí mismo, lo cual era muy importante en ese momento, porque me sirvió para dar el primer paso. Ahora, ya no es importante proyectar seguridad porque ya tengo una marca. Entonces, lo que noto es que tengo muchas más dudas que antes. Soy más poroso, me dejo influir por muchas más cosas. Algo que me alegra, porque quiere decir que soy menos conformista y que sé más que antes".