Si una profesora universitaria ha aportado, no mucho, sino muchísimo, al enlace entre la Ética y la Economía, ha sido precisamente Adela Cortina. El conjunto de coordinadores de este volumen de homenaje a la profesora Cortina lo indican en el inicio de la Introducción a este libro, con este párrafo (pág. 11): "Como bien dice A. Sen, Premio Nobel de Economía, la ética es como el oxígeno; solo nos damos cuenta de la importancia que tiene cuando nos falta". De ahí que todo el que desee comprender cualquier realidad económica no puede prescindir de escudriñar qué sucede en el ámbito ético de esa concreta realidad. Incluso se han expuesto correlaciones muy positivas que, además, son causalidades.Y eso, en esta obra de análisis pormenorizado como homenaje a Adela Cortina, lo vemos, por ejemplo, en el trabajo de Enrique Bonet Perales, Adela Cortina, en torno a la dignidad de las personas, que une, nada menos, con la tesis derivada de Apel y Habermas, que se alberga en planteamientos generados por la Escuela de Friburgo, relacionados con Stackelberg, al que tuve la fortuna de haberle escuchado de qué modo la economía libre de mercado ha de enlazarse con la línea que procede de Kant. Véase también sobre la posición de Kant lo que señala Harald Schorndorf S.J. en las págs. 236-239. Adjetivo "social" que enlaza con esta frase del trabajo de José Ramón Amor Pan, Mejora humana, post humanismo, liberalismo y capitalismo. Los cuatro jinetes del Apocalipsis, donde glosa así el mensaje que debe recibirse a partir del libro de Cortina, Hacia un modelo de demonios. Ética pública y sociedad (1998), buscando una derivación hipercrítica al capitalismo. Lo que sucede desde el punto de la economía, es que si se identificase la noción de economía de mercado, con los complementos que se quieran, y capitalismo, es un tanto confuso; y por eso, como consejo para la política económica. Por eso, usar esa expresión confusa contínuamente, como se hace basándose en Skidelsky en las págs. 277-278, es peligroso. Entre otras cosas porque el abandono de la libertad económica conduce a un auténtico caos, con hambre y realidades espantosas, como hemos visto en lo que sucedió en Rusia tras Lenin, o lo que ahora mismo sucede en Venezuela. Solo con referencias a Max Weber no se resuelve la cuestión.Y no es posible dejar de mencionar lo que sostiene Emilio Martínez Navarro, en su trabajo La socialdemocracia: una opción razonable. En él señala su identificación con la economía social de mercado, que normalmente está unida a posturas alejadas de la política concreta de este siglo. Esto es lo que se señala en las págs. 579-582. Un complemento bibliográfico con la polémica que, sobre planteamientos heredokeynesianos efectuó la Escuela de Chicago, y que han tenido un contraste excepcional con la realidad, nos muestra que –y no intento agraviar a nadie– esa línea aparentemente keynesiana originó, como nos cuenta en sus Memorias Hayek, que Keynes se irritase por las tesis de sus pretendidos herederos y gritase: "¡Son unos tontos!".Pero me he sesgado solo hacia la economía. Y lo brillante de este libro es darnos paso a observar -la frase es de Concha Roldán Panadero en "Más allá de los conceptos de la ética mínima a la justicia cordial"- las fundamentales aportaciones de Adela Cortina, en la pág. 218. O sea, un libro a tener continuamente en cuenta.