El Gobierno apuesta por invertir más de 90.000 millones en energías verdesEl director Ejecutivo Adjunto de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Paul Simons, instó ayer a los países a potenciar la apuesta por las energías renovables y la eficiencia energética para impulsar la transición que permita cumplir los objetivos del Acuerdo de París, fundamentalmente en la rebaja de emisiones de dióxido de carbono (CO2). Así lo expresó durante su participación en el seminario Transiciones energéticas. Un reto mundial, organizado por la Fundación Na-turgy en Madrid. Simons admitió que "no hay una solución ideal para todos los países porque cada uno tiene una realidad muy diferente". Por ello, convino que hará falta "mucha política y flexibilidad" por parte de los distintos países. "Las transiciones energéticas en las próximas décadas se basarán en la ponderación de cada país de sus respectivas preocupaciones en materia de seguridad energética, sostenibilidad y crecimiento económico", aseguró, al tiempo que incidió en que "el Acuerdo de París y el Libro de Reglas de la COP24 requerirán esfuerzos significativos en eficiencia energética y energías renovables". El director adjunto de la AIE, organismo mundial de referencia en materia energética, consideró que "es necesario un mayor uso de la bioenergía, eólica, solar y otras energías renovables más allá del sector eléctrico, incluyendo el uso de combustibles y materias primas basadas en el hidrógeno", apostilló. Simons hizo hincapié en los planes de Estados Unidos y Europa para reducir las emisiones a través de la apuesta por las renovables. En este sentido, saludó que la fotovoltaica será competitiva, sin subsidios, a partir de 2025, de manera que en 2040 su capacidad en el mundo superará a la del carbón. En la Unión Europea, la eólica será la primera fuente de energía. Durante su intervención en el seminario organizado por la Fundación Naturgy, Simons advirtió de que en 2018, "después de tres años de emisiones de CO2 niveladas, hemos tenido un aumento nuevamente". Un escenario contradictorio con los objetivos climáticos que deriva de que la demanda de petróleo "sigue aumentando", con una participación cada vez mayor del transporte a larga distancia y la petroquímica. También lo hace el gas natural, con un "rápido crecimiento" de la demanda en China que borra "los temores de una sobreoferta". Asimismo, la electricidad renovable "está creciendo más rápidamente que la demanda, encabezada por el aumento en generación solar fotovoltaica", pero la eficiencia energética y otras tecnologías clave "necesitan un impulso". El director de la AIE subrayó el hecho de que por primera vez en 2018 la población mundial sin acceso a la electricidad cayó por debajo de mil millones de personas. Explicó que esto se fundamenta en la mejora de India, con una creciente clase media. Se mostró optimista de cara a continuar bajando en los próximos años, si bien la situación en África, con más población rural, lo complica. Las perspectivas de la AIE apuntan a que la tarta de la demanda energética se dará la vuelta en 2040 con respecto a lo que ocurría a comienzos de siglo, cuando Estados Unidos y Europa abarcaban el 40 por ciento del total y las economías asiáticas emergentes cerca del 25 por ciento. Así, China consumirá alrededor de 3.800 millones de toneladas de energía, frente a los poco más de 2.100 millones de Estados Unidos. Incluso África tendrá entonces una demanda superior a la de Unión Europea. Por su parte, en la línea apuntada por la AIE, el secretario de Estado de Energía, José Domínguez, subrayó durante la inauguración de la jornada que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima abordará inversiones para renovables por encima de los 90.000 millones de euros, de modo que se convertirá en un "elemento estratégico para la transición hacia la descarbonización". "La forma más barata de producir electricidad en España es el sol y el viento", destacó, al tiempo que apuntó la necesidad de acometer una "enorme transformación" en grandes áreas de producción que requerirá "redes, líneas, sistemas de control y gestión, almacenamiento...". Para ello cuenta con la ayuda de la iniciativa privada. Este plan pilotará sobre la mejora de la eficiencia energética, en más del 35 por ciento en 2030, con una reducción de las emisiones a través de la generación eléctrica, que las rebajará el 70 por ciento -en 2020 cesarán su actividad nueve de las 14 centrales de carbón-, la movilidad y el transporte, la rehabilitación de edificios y la industria. El director general del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), Joan Herrera, incidió en la elevada dependencia energética de España (74 por ciento), por lo que abogó por insistir en el crecimiento de las renovables, que ya son competitivas y, máxime, cuando "somos ricos en sol, viento e ingeniería y pobres en combustibles fósiles". Apuesta por el biogás El presidente de la Fundación Naturgy, Rafael Villaseca, abogó por que sean "las empresas las que deben decidir a partir de qué tecnologías se deben conseguir esos objetivos". A este respecto, defendió "el enorme potencial del biogás o gas renovable". El director general de la Fundación, Martí Solà, afirmó que "es importante que la elaboración de la estrategia de transición energética en España tenga en consideración la garantía de suministro, un coste competitivo a nivel mundial y un impacto ambiental asumible dentro de los acuerdos internacionales". En el mismo foro, el profesor titular de la European School of Management and Technology (ESMT Berlín), Christoph Burger, recalcó la bajada del precio que están experimentando los paneles fotovoltaicos locales, con 1,6 millones ya instalados, lo que convierte a "los consumidores en competidores". Mientras, Lola Vallejo, directora del Programa Clima del Instituto de Desarrollo Sostenible (IDDRI), abordó el compromiso de Francia con alcanzar la neutralidad de carbono en su Plan Climático.