Cerrar 2018 para la inversión deja un balance en cartera dramático, en los casos buenos, y dantesco, en los malos. Lo peor es que, a diferencia de otros mercados bajistas, de bolsa no hay activos refugio, y lo que queda es escoger dónde perder dinero si se quiere poco riesgo. Si se quiere bolsa es aceptar comerse una sopera entera de fabada sin protector de estómago y que la acidez nos va a acompañar muchos meses, pese a que pueda estar a precios atractivos. Wall Street, en lugar de cuestionarse que la economía va con el piloto automático, con un crecimiento correcto, ha decidido que hay que ponerse en el lado negativo. El mercado se ha despertado por el puñetazo, que casi lo deja noqueado, de que estamos ante las puertas de una crisis de financiación para las empresas. El temor inicial es que el mercado primario de emisiones de deuda quede secuestrado. Pero no solo por la imposibilidad de cruzar los intereses de quien compra y de quien vende por la asimetría entre los precios de mercado y las expectativas. Quien invierte quiere que le paguen intereses pensando en un bono estadounidense que estará por encima del 3 por ciento, como ya ha estado mucho tiempo este ejercicio. Pero las compras en el mercado secundario han llevado la rentabilidad hasta al 2,75 porque hay algoritmos que ya hablan de bajadas de tipos y no de más subidas. Inclu-so en algunos momentos se ha invertido la curva en los plazos cortos, señal inequívoca de recesión. El mayor temor que se ha instalado en mercado es el de la iliquidez. Me contaba esta semana un gestor que vender un bono soberano de 2 millones le ha costado más de una semana, en bloques de 200.000 euros. La bolsa va más rápida que la capacidad que tenemos de explicar las cosas. Hace meses Christine Lagarde dijo a todos los prebostes de la economía mundial que no se había aprovechado el buen tiempo para arreglar las goteras del tejado. Esta semana The Wall Street Journal publicaba que la deuda mundial asciende a 230 billones de dólares. La cifra en sí misma no dice nada, pero si se cruza con los 130 billones de PIB mundial que se estiman para este año, hablamos de un teórico apalancamiento de dos veces. Demasiado alto. Habrá que devolver deuda. Lo que está sucediendo es difícil de explicar desde los porqué de las cosas, pero relativamente fácil de interpretar hacia donde nos lleva el mercado por análisis técnico. El mercado se ha instalado en una senda bajista, que para el Ibex pone su próxima referencia, en caso de pánico, en los niveles a los que sucumbió los días después del Brexit, los 7.579 puntos. La corrección se está produciendo en profundidad más que en tiempo, pero habrá que ver si el 'rebote de gato muerto', o 'Judas', como le gusta decir a Joan Cabrero en Ecotrader, tiene más continuidad y, al menos, nos permite somatizar una retirada ordenada.