La salida de Francisco González de la presidencia de BBVA, que se oficializará hoy con su participación en el último consejo de administración, coincide con un momento convulso y de plena actividad corporativa en el banco. La entidad tiene en marcha distintas operaciones de venta para mejorar su cuenta de resultados y su solvencia, y tapar algunos agujeros dejados por inversiones cuestionadas como la aventura turca. La marcha del histórico ejecutivo financiero se produce en plenas negociaciones del banco para vender una parte de su filial de seguros generales en todo el mundo, donde ya algunas aseguradoras han mostrado interés por asociarse en este ramo del negocio con el banco azul. Entre estos posibles interesados se encuentran Allianz, que romperá su pacto con Santander próximamente, y Mapfre. La entidad también ha puesto en venta la financiera de consumo de Chile, el único activo que tiene en el país sudamericano tras la desinversión de la franquicia bancaria a Scotiabank hace unos meses, que le reportó ganancias netas de 640 millones de euros. Con este paso, de materializarse la operación, BBVA abandonaría Chile definitivamente después de veinte años de presencia en este mercado. En los últimos meses de mandato de González el banco también ha materializado la venta de todos los inmuebles adjudicados en carteras con el fin de quitarse un lastre y elevar la rentabilidad futura. En algunos círculos se llegó a hablar de la posibilidad de que el aún presidente tuviera la intención de que el grupo dejara Venezuela, un mercado que ahora no reporta ningún tipo de beneficio por la hiperinflación que sufre la economía del país.