La estrategia fiscal del Gobierno de Pedro Sánchez ha sido cambiante y ha dado tumbos durante estos últimos 100 días. En un principio, la política impositiva del Ejecutivo iba a estar encabezada por una subida del tipo mínimo del Impuesto de Sociedades, la creación de un tributo a la banca y el impulso de la tasa Google, dirigida a gravar la publicidad online y la venta de datos generados con información proporcionada por usuarios. El IRPF era intocable y estas novedades se iban a aprobar a lo largo de este año. Sin embargo, las negociaciones con Podemos han variado el escenario. Para empezar, ya hay un principio de acuerdo para elevar el IRPF a las rentas por encima de los 140.000 euros y el Gobierno se muestra abierto a tocar otras figuras fiscales. Además, el Ejecutivo parece haber aparcado el impuesto a la banca a cambio de uno a las transacciones financieras. Además, ha acordado con la formación reducir el IVA de productos de primera necesidad y recortar los impuestos que pagan los autónomos.