Es una oportunidad. España y la Generalitat estrenan presidentes y gobiernos. El encuentro del próximo lunes es, pues, una ventana a la esperanza. Las expectativas sobre la reunión entre el presidente Sánchez y el president Torra son tan grandes como lo es el roto previo. Deberán reconocerse mutuamente como interlocutores. Deberán acabar hablando de lo posible, como corresponde a la política, que no es el empecinamiento en lo imposible. La entrevista del lunes será un baño de realidad para cada presidente. Debe reforzar el Estado de derecho. Ambos nuevos presidentes llegan con un desparpajo muy bien acreditado, uno en política, el otro en artículos y tuits. No están establecidas las actitudes que los interlocutores tendrán en su encuentro: talante institucional, amical, cortés, riguroso, agresivo, provocador… Para cada presidente la del lunes será su primera entrevista decisiva, y acaso sea el momento crucial en la orientación de su mandato. También es clave para el clima político español de los próximos meses. ¿Hasta qué punto se asentará Sánchez en su papel de presidente y de primacía del Estado de derecho? o bien ¿se inclinará hacia el mayor posibilismo? Por su parte, más que a dialogar, Torra podría ir a Moncloa a extraer energía política, a confrontar y provocar, pensando en sus parroquianos. Y es que, a la vuelta del verano, en otoño los jefes separatistas se juegan todo el año. Necesitan combustible para su gran incendio otoñal, el desfile del 11-S, la repetición del 9-N y del 1-O… ¿Diálogo o soliloquios? El encuentro girará sobre la lista de agravios y lances que lleve Torra. Para ver qué puede ser, imaginemos por un momento un maestro de escuela que pide a sus pupilos que escriban en un papel una propuesta de solución del problema catalán. Salen 25 ocurrencias: independencia, autodeterminación, referéndum, liberación de sus presos, amnistía, más dinero, blindaje de educación-lengua-TV3-Justicia-policía-embajadas, fin de las autonomías (¡caramba con este alumno!), ordinalidad (vaya, éste ¡matrícula de honor!), república… El presidente Sánchez deberá contornear, efectivamente, los mantras de los separatistas. De hecho, éstos son expertos en hacerse los agraviados, cuando, al revés, obviamente son los secesionistas quienes agraviaron y agravian con su desafío y golpe de Estado a la democracia española y a los catalanes. El desafío separatista es ya tan largo y grave que en las librerías abundan los tratados de soluciones, y muchos llevan ya varias ediciones actualizadas. Los eventuales acuerdos entre Sánchez y Torra podrían partir de estas compilaciones y, en particular, de las propuestas elaboradas por el Cercle d'Economía. Una negociación posterior debería contar con un amplio entendimiento y culminar con los dos tercios del Congreso de los Diputados. Por su parte, el presidente del Gobierno de España tiene una lista larguísima de hondos agravios al Estado de derecho en Cataluña y de aspectos que la Generalitat deberá cumplir, y que asegurarán la libertad y el progreso de los catalanes y la continuidad de la democracia española. Verbigracia: respeto a la mayoría no independentista de catalanes, vigencia del Estado de derecho, cumplimiento de las leyes y de las sentencias judiciales, neutralidad de la Generalitat, fin del adoctrinamiento en las escuelas y en los medios de comunicación, desmantelamiento de los comités de provocadores y violentos, y cese en los delitos de odio y persecución del no nacionalista. Los ministros Borrell y Batet, así como los constitucionalistas catalanes del PSC, de Cs, del PP e independientes pueden ayudar al presidente Sánchez a perfilar el pliego de exigencias al presidente Torra, y a salvaguardar las líneas rojas de la democracia española. La fortaleza del presidente Sánchez está, no en su incierta mayoría de diputados o en su capacidad para contentar a los incontentables separatistas, sino en el Estado de derecho que él representa ahora, lo que incluye a la mayoría de los catalanes y a los diputados de su oposición. La fuerza de Torra radica en su capacidad de hacer daño, mientras le dejen. Para obtener acuerdos y soluciones hay que obviar las causas y las diatribas. Dícese que el mejor lugar de encuentro es la intendencia, la financiación y las soluciones a embrollos concretos. Afortunadamente, aquí el paradigma ha cambiado. Decían los independentistas Madrit ens roba! Hoy es evidente exactamente lo contrario: el prusés ens roba! El desafío separatista ha hundido Cataluña: ha robado a los catalanes la libertad y el progreso, el empleo, las empresas, las inversiones y el futuro. Los problemas económicos de Cataluña no derivan del balance fiscal con España y de las menores inversiones del Estado español en esta región. Al revés, está muy acreditado todo lo contrario. Los problemas económicos, sociales y políticos catalanes derivan del desafío independentista. Si la cumbre del lunes entre los presidentes Sánchez y Torra fracasara se confirmaría el horizonte muy incierto de Cataluña. Ahí están los impactos de la confrontación separatista, el peligro de la recesión y la perspectiva de decadencia. El escenario más probable no es nada halagüeño: es una abrasión larga y fatal entre Cataluña y el resto de España. Del talante en el encuentro y al contenido de la lista al diálogo y a los acuerdos eventuales. Obviamente, no habrá una salida inmediata y simple a un desafío que empezó hace tiempo y que ahora es ya muy complejo. Eventuales acuerdos solo lo serán en lo posible, esto es, dentro de la Constitución y con la legalidad, y siempre que alcancen a los dos tercios del arco parlamentario catalán y español. La reunión del lunes debería rebajar la tensión, superar la unilateralidad, dar lugar al entendimiento, y luego a acuerdos que acaben con el ninguneo a la mitad de los catalanes y con la confrontación con el resto de España. Los catalanes han vivido una década horrible y un año trágico. Tienen ansias de olvidar los hechos del otoño de 2017 y de pasar página. La sociedad catalana está descompuesta y muy fracturada, de modo que cualquier avance requiere la concordia entre catalanes. Bienvenido sea éste del lunes y todos los encuentros en Madrid. Pero es ineludible el respeto en Barcelona y en Cataluña entera. Lo primordial es el entendimiento entre catalanes.