Entre los importantes trabajos que aparecen en este número conmemorativo del 25 aniversario de la Revista de Economía Política, forzosamente he de destacar éste, por tres motivos. En primer lugar porque el asunto de las pensiones y su estructuración dentro de la vida económica española, se remonta nada menos que al Decreto de 11 de marzo de 1919 que puso en marcha el llamado entonces Retiro Obrero. Pero a ello es preciso añadir que en estos momentos el tema de sus características actuales, ha saltado a la calle y nunca mejor dicho, con consecuencias sobre la realidad política española. Pero no solo sobre la realidad política, sino también sobre la realidad económica por sus consecuencias sobre la competitividad de nuestra realidad productiva, pero también sobre el gasto y el déficit público, lo que justifica aquella frase que escuché de labios del gran economista Franco Modigliani: "¡Vaya bomba de relojería que tiene por eso la economía española". Pero, además, desde el punto de vista de la orientación que debe seguir nuestra política económica camino del futuro, es evidente que la importancia de la opinión contenida en este artículo elaborado por tres excelentes economistas del Banco de España, pero uno de ellos, además, acaba de ser designado Gobernador de esta institución clave para nuestra vida económica. La lectura de esta aportación es muy aconsejable porque la evolución demográfica española tiene consecuencias. Basta observar el panorama de España, acompañada por el resto de los países europeos, respecto a la esperanza de vida al nacer, tal como se presenta en las págs. 72-74 de la edición de 2017 de la publicación de Eurostat, Sustainable development in the Economic Unión. Esto, naturalmente, engendra un notable incremento en las tasas de dependencia, y como señalan los autores con toda justeza, esto sucede "mientras que en ausencia de cambios adicionales en las fuentes de ingresos del sistema, se motiva que las tasas de reemplazo disminuirán significativamente desde los niveles actuales". Por eso, este artículo conduce a unos planteamientos muy realistas en relación con un cambio profundo en el sistema, en el apartado Pensiones, reformas y distribución (págs. 153-155), y ello es obligado muy en primer lugar porque "es esencial continuar con la consolidación fiscal" porque sin eso -ya se lo dijo en una famosa comunicación a la Reina Gobernadora María Cristina de Borbón-, Fernández Villaverde no es posible el crecimiento, y desde luego tampoco en el conjunto del ámbito europeo en el que nos hemos introducido, afortunadamente. Pero, además, es preciso, como ahí se sostiene, tener en cuenta lo que exigen el empleo y la productividad. Y eso obliga, entre otras medidas de reforma estructural macroeconómica, a alterar el funcionamiento del mercado laboral, lo que enlaza, en planteamientos a largo plazo con el cambio en el sistema de pensiones, porque el enlace es evidente. Una reflexión sobre el planteamiento que se deriva de este artículo, no solo es necesario, sino que, además, es urgente.