En España las incidencias se limitaron a los turistas y a las transacciones en el extranjeroLa compañía analizaba las causas del siniestro y reconocía fallos en las operacionesLa tecnología hizo ayer estragos en las transacciones de pago y retirada de efectivo a través de las tarjetas de crédito y de débito de Visa en toda Europa. Las incidencias se empezaron a registrar en Irlanda e Inglaterra y poco a poco se fueron extendiendo al resto del Viejo Continente. El problema no es menor, porque Visa es la principal compañía de dinero de plástico a este lado del Atlántico, con más de 500 millones de tarjetas. En España también, ya que la mayor parte de las entidades trabaja con esta compañía. La firma reconoció rápidamente los fallos que estaban ocurriendo, a raíz de una caída de su sistema, "en algunas transacciones". A última hora aún analizaba las causas e intentaba resolver las dificultades a "la mayor celeridad posible". En nuestro país, según confirmaron distintas entidades, las interrupciones en los pagos se produjeron en los clientes que estaban realizando pagos en el extranjero y usuarios que estaban usando los cajeros o los terminales en comercios, ya que estos movimientos precisan de la red de Visa para poder ser procesados. De esta manera, el impacto fue menor y fue posible porque las transacciones nacionales se llevan a cabo a través del sistema Redsys. Además, los fallos de Visa fueron intermitentes, es decir, no fueron globales y en muchos casos se solucionaban a los pocos minutos. En principio, según fuentes financieras, los obstáculos tampoco tuvieron repercusión en los pagos que se realizaban a través de Internet. En Reino Unido, donde al parecer hubo las mayores complicaciones, Royal Bank of Scotland confirmó que "algunos clientes están experimentando problemas al utilizar sus tarjetas de débito". La entidad británica detalló que sus clientes "continúan pudiendo acceder a dinero en efectivo a través de la red de cajeros automáticos". Por su parte, Lloyds constató que está al corriente de "un problema amplio de la industria que está afectando a los pagos de Visa" y señaló que, en su caso, "las transacciones en cajeros automáticos y de Mastercard no están afectadas". Las autoridades supervisoras se pusieron en contacto con la empresa de dinero de plástico para comprobar la intensidad del caos que estaba generando. Según un estudio realizado por la propia compañía el año pasado, el 59 por ciento de los usuarios prefiere, generalmente, pagar con tarjeta; y el 54 por ciento de los pagos realizados en las compras del día a día por los consumidores en España se efectúa ya con el dinero de plástico -34 por ciento de débito y 20 por ciento de crédito-. Entonces, la compañía señalaba que esta tendencia seguiría creciendo, ya que más de la mitad de los usuarios aseguraba que cada vez llevaba menos dinero en la cartera -unos 35 euros de media- y el 84 por ciento indicaba que nunca salía de casa sin su tarjeta. Además, a esto habría que señalar el auge que está teniendo el pago a través del teléfono móvil, gracias a los nuevos dispositivos que permiten integrar una tarjeta de crédito en el celular. Uso mayor para compras Los datos del Banco de España confirman esta tendencia. Las operaciones de pago con tarjeta superan ya los de retirada de efectivo, aunque esta situación no quiere decir que el metálico no sea aún el medio más utilizado por los españoles para realizar sus compras. El año pasado se llevaron a cabo más de 3.249 millones de operaciones en los terminales punto de venta de los comercios por un importe de 135.246 millones de euros, experimentando un crecimiento del 8,71 por ciento. Por su parte, las retiradas en cajeros automáticos sumaron 933 millones transacciones por un valor conjunto de 122.473 millones de euros, con un ascenso del 3,2 por ciento. El número de tarjetas también está en alza desde 2015, cuando rompieron su racha descendente por la crisis económica. Los españoles están volviendo a tirar de tarjeta, en muchos casos para afrontar adquisiciones de determinados productos relacionados con el ocio, a través de los dispositivos revolving, o simplemente para poder llegar a fin de mes. Además, las entidades están aprovechando el mayor consumo y demanda de los usuarios para comercializar las tarjetas, ya que son un producto que lleva aparejado comisiones, es decir, ingresos recurrentes, bien sea por uso en los comercios bien sea por el mantenimiento de las mismas. Por ello, en 2017 los ciudadanos de nuestro país tenían en sus carteras 79,28 millones de tarjetas, un 6,4 por ciento más, de los que 52,35 eras de crédito, que permiten el cobro a final de mes o financiación, y las restantes, 26,93 millones, eran de débito.