Telefónica ha abierto la puerta para la salida a bolsa de su filiales británica y argentina. Sin embargo, no conviene hacer cábalas de antemano ya que el futuro de ambos proyectos bursátiles quedan a expensas de los vaivenes del mercado. La teleco activará su maquinaria colocadora sólo cuando todas las piezas encajen sin fricción. La situación resulta ahora especialmente tensa, ya que el valor de la deuda (44.230 millones de euros) supera al de la propia compañía (41.294 millones). La amenaza de una rebaja de rating sería especialmente calamitosa en estos días. Pese a todo ello, Telefónica se ha ganado el derecho a mudar de planes sobre la marcha, sin dejarse llevar por las prisas o la presión. Antes de malvender, preferirá cambiar de rumbo y capear los posibles temporales. Su capacidad de rectificación es una virtud forjada en su historia. Su músculo financiero le ayudó a digerir el coste reputacional de las espantadas bursátiles del último momento. Eso ocurrió con Atento y Telxius y el tiempo le dio la razón. Pero ahora, con la acción en 8,14 euros, el margen para contrariar al mercado es más exiguo que años atrás. Recordemos el pasado. Con Atento, el grupo suspendió la colocación del 51 por ciento de su filial de contact center ante la escasa demanda recibida. La sociedad se valoraba en junio de 2011 en 1.035 millones, por lo que aquel cambio de opinión frustró una inyección de 527,85 millones. Apenas año y medio después de aquel frenazo y marcha atrás, en diciembre de 2012, Telefónica cerró la venta de Atento con el fondo Bain Capital por 1.051 millones. Con las cifras en la mano, la multinacional acertó de pleno. Revés del Brexit La retirada a tiempo también se convirtió en victoria en el caso de Telxius. En mayo de 2016, el grupo sondeó la colocación parcial de su filial de infraestructuras, planes que luego congeló por culpa de la inestabilidad del Brexit. El panorama financiero invitaba a la cautela y Telefónica obró en consecuencia. Los nubarrones parecieron alejarse en julio de 2017, cuando Telefónica se animó a reactivar la colocación. A continuación lanzó el folleto de la OPV, con la desinversión del 36 por ciento en Telxius para ingresar 1.090 millones, por lo que valoraba la filial en 3.027 millones. Sin embargo, Telefónica volvió por sus pasos en la víspera del estreno bursátil e hizo añicos sus previsiones por el escaso interés de los inversores. Según justificó, el grupo no consideraba adecuada "la valoración en las órdenes de compras recibidas". En febrero de 2017, Telefónica acordó con el fondo KKR la venta del 24,8 por ciento de Telxius por 790,5 millones, con una valoración superior a la esperada con la fallida colocación (3.187 millones). El tiempo volvió a justificar la buena puntería de Telefónica. Esta semana se ha conocido que Telefónica Argentina admite su eventual salida a bolsa. El próximo 16 de abril, los accionistas de la sociedad deberán autorizar dicha cuestión, pero sin que ello presuponga necesariamente el estreno en el parqué bonaerense. Se trata de una formalidad que, una vez satisfecha, ofrece a Telefónica la libertad para maniobrar en el supuesto de que decida acudir a los mercados. Mientras se piensa todas las opciones, Telefónica también prepara la salida a bolsa de O2, consciente del valioso atractivo de su filial británica, ahora enriquecida con nuevas frecuencias. Pase lo que pase en el Reino Unido, Telefónica deberá andar con mucho tiento para no incurrir en una nueva espantada bursátil. Malvender nunca, pero despistar el mercado, tampoco.