El Tribunal de Cuentas de la UE aconseja fijar criterios clarosEl BCE se llevó ayer una nueva tosca. Pero esta vez el golpe no le llegó de Alemania por su política monetaria expansiva, sino del Tribunal de Cuentas de la UE por no facilitar la información requerida para evaluar su papel en la gestión de crisis bancarias. Y llueve sobre mojado, porque los auditores europeos ya se han quejado en varias ocasiones de la falta de transparencia del organismo con sede en Fráncfort. En esta ocasión, el tribunal lamenta que "hemos sido incapaces de confirmar la eficiencia operacional de la gestión de crisis en el BCE en la práctica" en lo referido a la supervisión de los grandes bancos, y su papel al juzgar si son fallidos o están a punto de quebrar, dice el informe presentado ayer. Ésta es la tercera vez que el eurobanco se ha resistido a facilitar documentos a la corte recientemente. La institución también se cerró en banda con la evaluación del programa de rescate griego, y al auditar al Mecanismo de Supervisión Único. El supervisor único es el brazo del BCE encargado de vigilar al alrededor de 120 bancos considerados como sistémicos por los europeos. Cuando un banco cae o está a punto de fallar, como sucedió con el Popular, la pelota pasa a la Junta de Resolución Única, organismo que también ha tenido sus roces con los auditores. Aunque el informe presentado ayer advierte que sus conclusiones son parciales por la opacidad del BCE, sí detecta "algunos defectos" en el procedimiento para tratar a los bancos en apuros. En particular, los autores señalan la falta de indicadores y dirección para determinar cuándo un banco está a punto de fallar. También advierten sobre la falta claridad para utilizar los instrumentos en manos del BCE en situaciones de crisis. Por ello, el documento recomienda que el banco central establezca indicadores que activen las luces de alarma cuando la situación de un banco empeore, así como directrices para actuar en casos de procesos de quiebra.