Fernando Ibáñez, cofundador y director de Ética Patrimonios EAFI, ha sido el principal promotor del Club de Empresas Responsables y Sostenibles de la Comunitat Valenciana (CE/R+S), del que es presidente. Su fin es impulsar un modelo empresarial basado en la sostenibilidad en todos los ámbitos: económico, social y medioambiental. Nació en mayo, con 14 socios y ya se han unido cinco más. Prevé cerrar este año con al menos 25. ¿La RSC es sólo una moda o un pilar para la empresa de futuro? La RSC y la sostenibilidad no son una moda pasajera, sino continuidad de otras tendencias, como la calidad y la innovación, ya totalmente integradas en las empresas y que forman parte de su ADN. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aprobados en el marco de la ONU, con una visión a 2030, están actuando como una guía. Todas las grandes compañías cotizadas tienen ya estrategias y políticas de RSC muy desarrolladas. El objetivo es trasladar esta realidad a las pymes. Devolver a la sociedad lo que nos ha dado es ya un concepto del pasado; hay que generar impacto positivo. La RSC ya no es algo que está por debajo de la línea de beneficios, sino integrado desde la primera fila; esta visión ayuda a reducir riesgos externos y mejorar la sostenibilidad. De hecho, durante la crisis, ha sido la clave para la supervivencia de muchas empresas. Los empresarios tenemos que dar un paso adelante para liderar este tipo de acciones, que han pasado de ser un tema de imagen y comunicación a ser una cuestión estratégica. ¿Qué papel tiene el sector público en el impulso a la RSC empresarial? Juega un papel fundamental, a través del marco normativo y de incentivos fiscales. En la Comunidad Valenciana se están dando pasos positivos e innovadores, comparados con otras regiones. Pero el sector público tiene sus procesos y sus tiempos, con resultados a más largo plazo. Por ejemplo, en contratos públicos, el efecto real dependerá de cómo se valoren los criterios sociales, si se consideran básicos o sólo para desempatar. En otros países, las exigencias de RSC están definidas por ley. En España, aún es algo voluntario, pero, dentro de cinco años, cualquier empresa que no tenga una estrategia de RSC tendrá una gran desventaja competitiva. Una asignatura pendiente de la RSC es la medición de sus resultados en términos económicos y de rentabilidad. ¿Cómo se está afrontando? La RSC ha dejado de ser algo etéreo para ser algo medible. Hay ya muchas métricas, pero no existe todavía un estándar. En temas de medio ambiente es más fácil -por ejemplo, las emisiones- y, desde el punto de vista social, hay códigos y criterios de buen gobierno que también son evaluables. Existen certificaciones o acreditaciones a las que las empresas se pueden acoger -de modo similar a lo que ha ocurrido en calidad-. Y cada vez hay más estudios, y más solventes, que demuestran que las empresas responsables son más rentables a largo plazo que el resto. Una de las pruebas es que, en la crisis, las empresas con peores prácticas han sido las más castigadas. La lección a aprender es que la empresa tiene que apostar más por la sostenibilidad y la RSC. ¿Qué criterios se piden a las empresas para asociarse al CE/R+S? Está abierto a todo tipo de firmas, de cualquier tamaño y sector, que asuman un compromiso real, con un modelo de negocio sostenible, no englobadas en sectores excluidos por criterios éticos -como armas, juego...-, que publiquen informe no financiero o lo hagan en los próximos dos años y no tengan sanciones por cuestiones sociales o medioambientales, entre otros puntos.