washington. Los fabricantes de automóviles asentados en EEUU han cifrado en 3.000 millones de dólares (2.400 millones de euros) el sobrecoste que han tenido que afrontar desde 2004 como consecuencia de la implantación de aranceles a las importaciones de acero para la producción de vehículos. Seis de los principales constructores de automóviles con instalaciones en Estados Unidos --GM, Ford, DC, Toyota, Nissan y Honda-- han aunado esfuerzos para pedir a la Administración la supresión de estas tarifas. Sin embargo, la industria siderúrgica norteamericana quiere que se mantengan estas tarifas, y argumenta que su supresión podría conducir a una dependencia del acero importado.