La aplicación de ocio Fever ha logrado alcanzar el break even -el punto de equilibrio en sus cuentas- y continúa en el camino para posicionarse como símbolo de eventos culturales, gastronómicos, deportivos y de ocio. En la actualidad opera en Nueva York, Londres y en las ciudades españolas de Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga y Madrid. De hecho, en el madrileño parque de El Retiro fue donde muchos conocieron el nombre de la marca por primera vez, gracias a los relaciones públicas de la startup. Hoy en día, la plataforma ha dejado atrás esa dinámica y opta por una red de medios locales en las ciudades donde tiene presencia, que hacen de "prescriptores de información", como cuenta su consejero delegado, Ignacio Bachiller. Recientemente, Fever ha sido noticia por alcanzar el 'break even'. ¿Qué va a aportar esto a la empresa? Es algo que llevábamos trabajando bastante tiempo. Hemos querido demostrar que innovando se puede llegar a tener un producto rentable y esto nos da mucha credibilidad, además de poder dar el siguiente paso a nuevos mercados. No obstante, todavía hay mucha parte de crecimiento, porque hemos tocado solamente una pequeña parte de lo que puede llegar a ser el negocio en las ciudades donde hemos entrado. ¿Cómo funciona la plataforma? Para los organizadores de eventos somos una herramienta de tráfico adicional, no una ticketera, porque éstas dan servicio una vez que la persona toma la decisión de ir a un evento. Nosotros estamos un paso antes: somos un producto que inspira a las personas a consumir ocio, a hacer cosas que no iban a hacer, a sacarles del sofá. Por tanto, los eventos son muy variados, porque el público aún no ha tomado la decisión de ir a uno en concreto. ¿De qué forma deciden los planes que entran en la plataforma? Tenemos un acuerdo comercial con todo el que está en la aplicación. Vetamos el contenido en cierta manera, es decir, no se puede subir información sin que sea aprobada por nuestro equipo. Pero lo importante es que intentamos ser lo más democráticos posibles. Solemos dar la oportunidad a todo el contenido y es el propio algoritmo el que comprueba qué tal funciona. Así, intentamos que el comportamiento de los usuarios sea el que decida si un evento es bueno o malo. ¿Considera que ha cambiado la forma en la que la gente hace planes? Yo creo que sí. El año pasado generamos tres millones de reservas. Hace cuatro años era impensable que alguien descubriese un evento y lo comprase a través del móvil. Hemos logrado que muchas personas utilicen la plataforma para descubrir qué hacer, cuando antes era un proceso complicado, porque había muchas guías y revistas o tenías a ese mítico amigo al que le preguntabas por los restaurantes o bares. ¿Cuáles son sus planes de futuro? Vamos a replicar en mercados adicionales -en los próximos meses lanzamos París y Los Ángeles- y a raíz de eso haremos una ronda de financiación para llegar a otras zonas. La cantidad dependerá de lo agresivos que queramos ser, y del estado y las condiciones del mercado. Pero lo positivo es que el modelo es muy escalable, porque por cada ciudad que se lanza no es necesario contratar a más ingenieros o personas de operaciones, solo a tres o cuatro comerciales locales.