Llega a un acuerdo con el desavenido consorcio liderado por Apple y Bain CapitalEl cortejo a una de las joyas de la nipona Toshiba, vapuleada tras la quiebra de su negocio nuclear Westinghouse, culminó ayer con el anuncio de venta de la unidad de microchips de la japonesa al consorcio liderado por Bain Capital y donde también se incluyen Apple o Dell, entre otros. Una operación valorada en 18.000 millones de dólares (15.100 millones de euros) pero donde las distintas trabas todavía amenazan con dinamitar el acuerdo y hacer morder el polvo al conglomerado japonés. Los escollos no tardaron en aflorar nada más conocerse la decisión: la conferencia de prensa convocada para informar sobre los detalles de esta compra fue cancelada ante la falta de acuerdo de los distintos miembros del consorcio sobre cómo informar a los medios de comunicación. Una señal que pone de manifiesto la dificultad y los conflictos de intereses, tanto internos como externos, que puede generar esta operación. Al fin y al cabo, son muchos los participantes y algunos de ellos, como Apple, demandaron nuevos términos en el suministro de chips antes de dar el visto bueno al acuerdo. Según la nota de prensa que acompañó al anuncio, K.K. Pangea, una entidad creada y controlada por el consorcio abanderado por Bain Capital pagará 2 billones de yenes (15.100 millones de euros) por Toshiba Memory Corporation, el segundo productor más grande de chips NAND. El grupo de inversores también cuenta con la participación de Hoya Corporation, SK hynix, Kingston Technology y Seagate Technology. "Toshiba debe elevar sus cuentas y sobre todo el precio de su acción antes de marzo de 2018, con el fin de evitar su exclusión de la Bolsa de Tokio; por lo tanto, el cierre de este acuerdo es fundamental para su futuro", indica Kazunori Ito, analista de Morningstar. Sin embargo, este anuncio no supuso un catalizador para los títulos de la nipona. Según Ito, el precio de la venta ya estaba descontado por el mercado. Además "todavía no está claro si la operación contará con el visto bueno de los reguladores antes de marzo del próximo año", indicó mientras reiteró que Western Digital, que no forma parte del acuerdo, continuará adelante con sus demandas legales. Precisamente, Western Digital, hasta ahora socio de la unidad de chips de Toshiba, busca bloquear cualquier compra que no cuente con su beneplácito, en busca de proteger su negocio. De hecho, presentó una solicitud adicional ante un Tribunal Internacional de Arbitraje. WD, uno de los mayores fabricantes de discos duros del mundo, se hizo el año pasado con SanDisk, por el que pagó 13.586 millones de euros, y hasta entonces había sido el compañero de viaje de Toshiba en el negocio de microprocesadores desde el 2000. De esta forma, la presión del Gobierno japonés, los procesos judiciales en marcha y unas relaciones tensas entre los miembros del consorcio han retrasado la venta del negocio de Toshiba durante nueve meses. Un tiempo preciado que incrementa el riesgo de que el acuerdo no sea aprobado a tiempo, ya que los reguladores tardan al menos seis meses en dar luz verde a este tipo de acuerdos. Si no se cierra antes de marzo de 2108, Toshiba, destartalada por los pasivos de su unidad nuclear Westinghouse, podría generar un valor negativo por segundo año consecutivo, lo que obligaría a la Bolsa de Tokio a cancelar su cotización.