El martes, FCC sorprendía al mercado con el anuncio de la dimisión de Carlos Jarque como consejero delegado del grupo. El mexicano regresa a su país para sumarse a las filas de América Móvil, una de las piezas más codiciadas del entramado empresarial de Carlos Slim. Desde que el multimillonario azteca tomara el control de FCC hace más de dos años, la compañía española ha logrado enderezar el rumbo, con una situación financiera más saneada, tras dos reestructuraciones de su deuda que la han rebajado en casi 2.000 millones de euros -de l5.809 millones a 3.913 millones- y una actividad que desde hace 16 meses genera beneficios mes a mes. A Jarque le sustituye Pablo Colio, con 23 años a sus espaldas en distintas responsabilidades dentro de FCC. En enero pasado dio el salto a la cabeza de la división de construcción, la más problemática para el grupo en los últimos años. Relevó a Miguel Jurado. Apenas ocho meses después, emerge hasta la primera silla ejecutiva de la compañía, en una ascensión meteórica. Recibe una empresa con una tendencia positiva, cuyos retos principales discurren por consolidar los pasos dados en los últimos años bajo el mandato de Jarque y con un fin definitivo: recuperar el dividendo. La reducción de deuda y de los costes financieros seguirá siendo una prioridad. Al margen del acuerdo con los bancos, FCC abordó en el último ejercicio desinversiones por 294 millones de euros. La estrategia contempla continuar con las ventas de activos maduros o no estratégicos. En este sentido, tiene en marcha la desinversión de algunas concesiones en España. El objetivo prioritario, en cualquier caso, es avanzar en la generación de caja recurrente y en el crecimiento de los márgenes operativos, que en 2016 se elevaron hasta el 14 por ciento -1,4 puntos más-. La rentabilidad operativa por empleado se ha elevado hasta los 15.300 euros, frente a los 9.100 euros que registraba en 2013. Crecer de forma sostenible, esa será la máxima de Colio. Para mejorar estos ratios, la compañía ha implementado una serie de medidas en las que bajo la dirección de Colio deberá profundizar. La más importante de todas ha sido el control de riesgos. Cuando Slim llegó a FCC, comprobó que había proyectos con beneficios limitadísimos cuando no pérdidas. Por ello, impuso que sólo se licitarían contratos con rentabilidades suficientes y seguras y, para ello, reforzó los trabajos en la fase de oferta. La estrategia pasa por hacerlo, además, en aquellos países donde tienen experiencia o que ofrezcan garantías, y sin perder de vista proyectos emblemáticos, como es el caso del Nuevo Aeropuerto de Ciudad de México, adjudicado a un consorcio liderado por FCC y Acciona a comienzos de año. Sobresalen igualmente el recorte de gastos de administración y un plan de sinergias entre las distintas divisiones del grupo -trabajar como una sola empresa-, así como la centralización de las compras. Colio deberá ahondar en una mayor integración de unos equipos diezmados por los despidos -más de 2.300 desde 2013-. También queda pendiente promover alianzas con Carso en América, sobre todo en concesiones. Y tendrá, además, que allanar ciertas disputas surgidas entre el anterior consejero delegado y las cabezas de las filiales de agua y medio ambiente. La mejora de los resultados de explotación y la rebaja de la deuda, combinados, pretenden el gran reto del nuevo consejero delegado de FCC: recuperar el dividendo que suspendió en 2013 -una necesidad para Esther Koplowitz, segunda mayor accionista-. En la junta de junio, Jarque aseguró que estaba "cerca". Pero para hacerlo, ha de cumplir las condiciones que marca la banca acreedora. El último escollo es que la deuda se sitúe por debajo de 4 veces el 'ebitda' (resultado bruto de explotación). En 2016 se situó en 4,3 veces. En el primer semestre del año mejoró el 'ebitda', sin embargo, la deuda creció en más de 300 millones.