Mini Cooper S. La marca británica, en manos de BMW, ha dotado este modelo de altas prestaciones de la suavidad suficiente para adaptarse a todo tipo de conducción. Por Fiz CabanasCasi se podría decir que esta versión, la Cooper S, es la más mítica y deseada de la saga de los Mini. No es un coche barato, ya que por menos de los 24.400 euros que cuesta (cuatro millones de las antiguas pesetas) se pueden encontrar o bien otras opciones deportivas de similares prestaciones, o bien modelos de mayor tamaño. Pero lo que rodea al Mini Cooper S no es una cuestión de precio, y prueba de ello es que su demanda está disparada.Mini mantiene las líneas maestras y gran parte de los detalles en su nueva generación de modelos. Cambian ligeramente algunas formas como la parrilla delantera, la defensa o los grupos ópticos, aunque apenas son perceptibles. El Cooper S evoca en su nueva edición el mito de estos pequeños coches en su faceta más deportiva, y características no le faltan no ya para estar a la altura, sino para superar a sus antecesores.Por fuera y antes de subir, sus faldones y sus impresionantes ruedas, con llantas de 16 pulgadas de serie y de 17 en opción (resaltan más en un coche pequeño) anticipan sus prestaciones. Por dentro sigue siendo un coche bastante espacioso en sus plazas delanteras, en el que resulta fácil acomodarse gracias a sus múltiples reglajes de los asientos y el volante; no obstante, los asientos disponen de una zona lumbar un poco dura. Las plazas traseras son de espacio más limitado: si el conductor y su acompañante son patilargos, disfrutarán de un espacio más bien justo.La primera impresión, que en un coche cuenta parcialmente, hace esperar lo mejor del Cooper: Mini no ha querido fallar en el empleo de materiales ni en los ajustes de los elementos. Así, no hay vibraciones ni ruidos extraños, lo que crea un buen ambiente interior.El enorme velocímetro central, característico en el diseño interior de todos los Mini, resulta práctico. El cuentavueltas, en cambio, queda ligeramente oculto justo encima del volante. Encontrar la mayoría de los mandos no cuesta esfuerzo, aunque tiene algunos en el techo que, si bien son accesibles, no resultan cómodos.La música empieza cuando se pulsa el botón de arranque (pues no posee el tradicional sistema de llave). Su motor, como buen deportivo, es de gasolina, con cuatro cilindros turboalimentados que cubican 1,6 litros. Son discretos si no se les provoca. En conducción tranquila no resulta sonoro, y gracias a su buena relación entre peso y potencia se mueve con suficiente soltura aunque vaya bajo de vueltas, que es cuando menos rinde. Es por tanto el Cooper S un deportivo cómodo que se adapta con solvencia a un uso diario.Sin embargo, da guerra cuando se le pide. Una leve presión en el acelerador descubre la facilidad con la que puede subir de vueltas y de velocidad. A partir de ese momento, el doble escape reclama su papel. El turbo empieza a soplar, el motor ruge en cada rincón del habitáculo y se abre una escala en la que el conductor pone el límite. Su elasticidad, con un par máximo disponible desde las 1.600 vueltas y hasta las 5.000, en combinación con una caja de cambios de recorridos medios tirando a cortos, redescubren el placer de conducir. Pero es precisamente el característico sonido que llega a oídos del piloto el que puede llegar a cansar si se circula mucho tiempo seguido en esas condiciones. Claro que su sexta marcha minimiza esta molestia.Chasis retocadoSu carácter deportivo, más allá del empuje del motor, viene dado por un chasis retocado y una amortiguación bastante bien reglada; no se percibe particularmente dura (para un deportivo de estas características), pero mantiene muy bien la estabilidad en pasos de curva rápidos. Como opción incluye un reglaje más duro y deportivo.Es estable, pero las ayudas electrónicas no faltan, sobre todo el sistema de control de tracción (desconectable), ya que es un coche pequeño, con poco peso y mucho empuje, al que no le cuesta perder agarre si la electrónica no lo impide.Pese a su bajo peso, sorprende su aplomo en vías rápidas, en las que puede circular a buen ritmo sin vibraciones ni sensación de inseguridad o de que el coche vaya a salir volando o a desmontarse. Definitivamente, no es un coche que esté pensado para hacer largos viajes, por mucho que presuma de su gran capacidad de adaptación a diferentes estilos de conducción. El maletero, con sólo 160 litros, resulta justo para el equipaje de dos personas. Es un Mini, y quien se fija en él aprecia la historia que lleva consigo. Con el Cooper S se ha encontrado una excelente combinación entre la deportividad y un uso diario, cuyo diseño sigue llamando la atención de muchos clientes.