Desde su nacimiento en 1978, el 'Festival de Almagro' ha reforzado su carácter internacional, atendiendo al teatro isabelino o la escena oriental. Por Víctor BarahonaPara hablar de los orígenes de lo que hoy se conoce como Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro hay que remontarse a 1978. Fue en aquel año cuando el entonces director general de Teatro y Espectáculos del Ministerio de Cultura, Rafael Pérez Sierra, quien ya había ejercido como ayudante de dirección en el Teatro María Guerrero y como director de la Real Escuela Superior de Arte Dramático (Resad), impulsó unas jornadas que, en la localidad ciudadrealeña de Almagro y con el Corral de Comedias como epicentro, reflexionaban sobre la situación del prolífico teatro clásico español, ese que -con autores como Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca a la cabeza- se había desarrollado en torno a los siglos XVI y XVII, época que -por méritos propios- ostenta el apelativo de Siglo de Oro español. La separación existente entre la escena y el mundo académico ocupó un lugar central en aquellas jornadas, en las que participaron personalidades relacionadas con el teatro en diversos campos, pero el objetivo primordial del encuentro era revitalizar unos textos que no gozaban ni del respaldo del público ni de la crítica. Cuatro fueron las representaciones que acogió el Corral de Almagro: Medora, de Lope de Rueda, representada por la compañía de la Resad; La estrella de Sevilla, de Lope de Vega, dirigida por Alberto González Vergel; El despertar a quien duerme, de Lope de Vega, bajo la dirección de José Luis Alonso; y Las danzas españolas de los Siglos XVI, XVII y XVIII, con Gregorio Paniagua como director. Mucho ha llovido desde entonces y, a día de hoy, las representaciones de nuestra Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) -que nació en 1986 inspirada por el Festival- desatan un interés masivo entre los aficionados al teatro, habiendo posicionado obras como El perro del hortelano o El Alcalde de Zalamea en el prestigioso lugar que se merecen. El Festival de Almagro, por su parte, ha ampliado sus miras, y su internacionalización le ha llevado a prestar atención a los autores barrocos más conocidos del teatro isabelino o del teatro neoclásico francés, y a formas teatrales orientales como el teatro No o el teatro Kaubuki. Además, la creación en el año 2010 de la Fundación Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro ha permitido que el evento cuente con otras dos importantes ramificaciones: Almagro Off y Barroco Infantil. El primero de estos dos certámenes da cabida a directores noveles, mientras que el segundo presta atención al público familiar. Así, un gran abanico de espectadores y creadores se ven representados en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, que desde el pasado jueves -y hasta el 30 de julio- viene celebrando su cuadragésima edición, en la que se darán cita nombres tan destacados de la escena como Gerardo Vera, Andrés Lima, Laila Ripoll, Alfredo Sanzol, Juan Mayorga y los intérpretes Juan Echanove y Nathalie Poza. Este fin de semana Más de un centenar de representaciones -25 de ellas estrenos- se dan cita este año en el Festival. Como no podía ser de otra manera, las actividades paralelas del certamen están marcadas por la celebración de la cuadragésima edición. Toda una efeméride que homenajea al público -con la exposición El Festival y yo, ubicada en el Hospital de San Juan- y a todos los actores y actrices que han pasado por los distintos escenarios de Almagro. El Festival cuenta con más de diez espacios, siendo el Corral de Comedias, el Hospital de San Juan, la Antigua Universidad Renacentista, el Espacio Miguel Narros, el Teatro Municipal y el Teatro La Veleta los espacios principales. Este fin de semana, la CNTC estrena su nueva producción, que permanecerá en Almagro hasta el 16 de julio. En esta ocasión, la directora de la compañía, Helena Pimenta, se enfrenta al texto de Calderón La dama duende, en versión de Álvaro Tato. La misma compañía representará -entre los días 21 y 30 de julio- su montaje El perro del hortelano, de Lope de Vega, que tanto éxito de público y crítica cosechó en su estancia en Madrid. El televisivo actor José Luis Gil, por su parte, se sube estos días a las tablas del Espacio Miguel Narros para representar al mítico Cyrano de Bergerac, y el director de escena Philippe Soldevila presenta en el Corral de Comedias la producción hispano canadiense Las verdaderas aventuras de Don Quijote de la Mancha.