Se hunde el 17,9%, con cuatro veces la contratación habitual y su capitalización cae a 2.098 millonesLa entidad insiste en que se encuentra volcada en amarrar una fusión o volver a ampliar capital Si las acciones del Popular no entraron en pánico ayer, estuvieron muy cerca. Los títulos llegaron a caer a media sesión un 19,38 por ciento, para situarse por primera vez en su historia por debajo de los 0,5 euros. Al cierre, la situación mejoró, pero no demasiado. La caída fue del 17,90 por ciento, con un precio de medio euro justo y, lo que es más preocupante, un volumen de contratación de 242 millones de títulos, que supone cuadriplicar el volumen medio de negociación. Tras la aciaga sesión, el Popular, por primera vez, vale en bolsa menos de lo que captó en la ampliación cerrada en junio de 2016. Le pidió a los accionistas 2.505 millones de euros y su capitalización bursátil es hoy de 2.098 millones. La debacle, según fuentes del mercado, se vio agravada por un ataque bajista, inversores que apuestan por un recorte futuro del valor de la acción. Sin embargo, y dejando aparte el efecto que puede tener el contar con más del 12 por ciento del capital en manos de estos inversores, la razón del derrumbe hay que buscarlo en la sombra del rescate que empieza a planear sobre la entidad que preside Emilio Saracho. El presidente de la CNMV, Sebastián Abella, declaró ayer que el organismo está estudiando con atención la volatilidad del Popular, pero rechazó suspender la cotización, argumentando que hay que dejar seguir funcionando al mercado. Fuentes financieras mostraron su pesimismo sobre la capacidad del banco de salir adelante por sus medios, ya sea pactando una venta, ya sea a través de una ampliación de capital. Asumiendo que la venta de negocios, y que por ahora sólo ha sido capaz de cerrar tres pequeñas operaciones, no soluciona el problema fundamental, la única opción que vislumbran es la de una intervención europea. Descartada está, para estas fuentes, la posibilidad de que el BCE flexibilice el calendario de endurecimiento de los requisitos de capital, algo que el supervisor europeo ya ha rechazado conceder dos veces, por lo que tan sólo dan una remota posibilidad de independencia a que los principales accionistas pongan el dinero necesario para realizar un saneamiento completo. La intervención, aseguran, empieza a ser el escenario central que manejan para el futuro inmediato del banco, donde prevén que de realizarse un bail in (un proceso donde parte del rescate lo pagan accionistas y bonistas de la entidad) después sería mucho más sencillo cerrar con éxito la adjudicación del Popular. Mismo escenario de trabajo Desde el banco, sin embargo, se insiste en que, a pesar de las dos últimas sesiones, en las que ha perdido cerca del 25 por ciento de su valor, el escenario de trabajo es el mismo. Se avanza en una operación corporativa y, a la vez, en una eventual ampliación de capital. Una u otra opción se comunicará antes de que concluya el mes de junio. El desánimo del mercado se basa en la sospecha de que ninguna de las entidades españolas que estudian las tripas del Popular se atreverá a lanzar una oferta vinculante, en una operación que tiene un alto riesgo de gestión al desconfiar del perímetro de su agujero. El día anterior, los inversores ya se habían alertado con un despacho de Reuters, en el que recordaba las declaraciones de la presidenta de la Junta Única de Resolución (SRB), Elke König, sobre la vigilancia sobre el Popular y la posibilidad de una intervención preventiva en el caso de que fracasara la fusión. Aunque el organismo afirmó después que este control es el habitual, no sobre el Popular, sino sobre todas las entidades sistémicas europeas, el mercado tradujo esas noticias con un recorte de las acciones del 6,31 por ciento. Asimismo, de nada sirvió ayer que el FMI declarara que no hacen test de estrés a las entidades europeas y que su labor se limita a un informe sobre la situación del sector financiero español, sin entrar en entidades concretas. Ya se había extendido que El Popular había suspendido ese test, aunque la entidad insistía en que el organismo multilateral se había limitado hace meses a realizar una visita de 40 minutos, durante la cual no había solicitado dato alguno. En un comunicado, el Popular aclaró que el FMI no busca detectar posibles déficit de capital, a diferencia de las pruebas que realizan otros organismos, y reiteró que cumple con los requerimientos regulatorios de capital. Su ratio de capital, CET 1 está a 53 puntos básicos del umbral mínimo exigido, tras haber modificado el cierre de 2016.