Felicidad y bienestar son retos intrínsecos a la naturaleza humana. Su carácter subjetivo y emocional hace difícil entender el motivo por el cual la ONU decidió en 2012 decretar el 20 de marzo como Día Internacional de la Felicidad. Se reconoce como aspiración universal y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno. La utopía que supone esta celebración nos lleva a echar la vista atrás y recordar un precioso libro a cargo de Adam J. Jackson que veía la luz el año 1995 en el que, a través de diez sencillos relatos, un anciano oriental nos descubre los secretos más hermosos y atemporales en la creación de felicidad. El primero de ellos es el poder de nuestra propia actitud. Cada pensamiento y evento sobre nuestra propia vida tendrá el significado que cada uno haya decidido darle. Hay cosas que no pueden cambiar por sí mismas, pero sí podemos decidir cómo queremos responder a ellas. Los instintos humanos se convierten en actitudes siempre y cuando decidamos hacerlo. Los hábitos saludables en alimentación y ejercicio físico ya eran hace 20 años, para Jackson, el segundo secreto del bienestar. El poder del cuerpo es innegable. Vivir positivamente el presente constituye el tercer gran secreto. Los recuerdos más felices suelen construirse a base de momentos únicos y especiales. Cuidar de la propia imagen contribuye a descubrir un recorrido vital más feliz. La lucha contra complejos e inseguridades abre la puerta al cuarto secreto de una abundante felicidad. No es tarea fácil, pero merece la pena intentarlo. Plantear metas y cultivar el humor ocupan la quinta y sexta posición. Aprender a perdonarse es necesario. Como dicen: "Nadie sufrirá por mi amargura más que yo". Dar y compartir alegría nos acerca a la meta más real. El poder de las relaciones humanas nos descubre el noveno secreto. Paz, confianza y serenidad se alcanzan con el décimo secreto. El poder de la fe en uno mismo y en los demás. Sin embargo, Jackson olvidó un secreto fundamental que, después de 20 años, aún queda por alcanzar: el respeto por lo diferente, sin el cual no hay felicidad veraz.