El cineasta escapa de la censura de los años 50 y 60 gracias al sentido del humor de su trabajo, a través del cual critica la sociedad y el poder del país. Por Víctor BarahonaLuis García Berlanga (1921-2010) afirmó en una ocasión no saber lo que dicen sus películas, algo que tampoco le interesó demasiado. Aunque los historiadores y críticos vieron en sus obras fílmicas un reflejo de la libertad y la condición humana, el cineasta reconoció no tener ninguna pretensión más allá de hacer una película. ¡Ni que eso no fuese ya todo un reto! Y más en aquella época, en la que la censura franquista todavía hacía de las suyas... Los años 50 y 60 del siglo pasado fueron el contexto en el que Berlanga inició su trayectoria profesional. Después de su primera incursión en la dirección de un largometraje con Esa pareja feliz (1951), codirigida junto a Juan Antonio Bardem, Berlanga lleva a cabo la que todavía, a día de hoy, es una de sus películas más emblemáticas: Bienvenido, Mister Marshall. Además de ser un gran éxito de taquilla en nuestro propio país, esta cinta se ganó el favor de la crítica especializada internacional, que en el Festival de Cannes -donde ganó el Premio a la Mejor Comedia y una Mención Especial por su guión- quedó embaucada por el particular sentido del humor berlanguiano, su dominio de la ironía y por ese costumbrismo tan patrio que también invadió otras películas de la década como Historias de la radio (1955), de José Luis Sáenz de Heredia o Muerte de un ciclista (1955), de Juan Antonio Bardem. “¡Cómo no vamos a amar a España después de ver esta película!”, dicen que exclamó el presidente del jurado del certamen de Cannes, Jean Cocteau. Las comedias maestras A pesar de que Berlanga hizo en Bienvenido, Mister Marshall un retrato, no exento de crítica, de la sociedad y el poder español de aquellos años, el sentido del humor que caracterizó siempre sus obras pudo ser un arma sin parangón para escapar de la censura. La historia de los habitantes de aquel pueblecito castellano llamado Villar del Río -en realidad, la película se filmó en la madrileña localidad de Guadalix de la Sierra- que se prepara para la visita de una delegación del Gobierno de los Estados Unidos fue el primer idilio de los espectadores con uno de los cineastas españoles más destacados de todos los tiempos. Después de Bienvenido, Mister Marshall, Berlanga dirigió obras como Calabuch (1956), Plácido (1961) -nominada al premio Oscar en la categoría de Mejor película de habla no inglesa-, El verdugo (1963), La escopeta nacional (1977) y La vaquilla (1984). El último largometraje de Berlanga, París-Tombuctú (1998), se estrenó en las salas de cines de nuestro país once años antes de que el cineasta falleciese. “Hay obras maestras que lo son por el monumental aburrimiento que provocan”, afirmó el director en alguna ocasión. Muchos de sus filmes, desde luego, que también pueden presumir de ser obras maestras por derecho propio, aunque, eso sí, nunca pecaron de tediosas. Al revés, la mejor comedia de la historia del cine español ha pululado por sus cintas, siendo la protagonista indiscutible de una filmografía que suma un total de 17 largometrajes.