Tras meses de batalla familiar entre las tres ramas que controlan la compañía, Freixenet ha un paso adelante para poner fin a la guerra accionarial que se abrió con el intento de venta de la firma, y pone las bases para la reunificación del capital. La compañía de cava ha decidido crear una nueva cúpula con un reparto de poder entre las tres ramas familiares -los Hevia, los Bonet y los Ferrer- que participarán conjuntamente en una comisión directiva ejecutiva de nueva creación. Pedro Ferrer Noguer, Enrique Hevia Ferrer y Eudardo Bonet Ferrer serán quienes integrarán este nuevo triunvirato. Este movimiento se produce después de que Freixenet rechazara la oferta de la multinacional alemana Henkell, y ésta renunciara a subir la puja. La baja rentabilidad que ofrece la compañía había provocado que los Hevia exigieran un cambio en la gestión, planteando la venta de su 29 por ciento en el capital si no había un cambio en la gestión, liderada hasta ahora por Pedro Ferrer en calidad de consejero delegado. La paz en Freixenet no quiere decir, sin embargo, que haya paz en el sector del cava. Las bodegas extremeñas se han enfrentado al Consejo Regulador de esta denominación de origen, la única que abaca distintas comunidades autónomas, para impedir que pueda limitar la producción. El Consejo, controlado de forma mayoritaria por las compañías catalanas, ha solicitado autorización al Ministerio de Agricultura para limitar la plantación de viñedo a nuevas 168 hectáreas. La decisión final corresponde ahora a la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, que debe tomar una resolución escuchando a todas las partes. El Consejo del Cava quiere limitar producción para no devaluar la marca, pero Extremadura quiere vender más.