La semana pasada saltó la noticia de que la fotovoltaica volvía a batir su récord de generación barata: Dubai le ha adjudicado a Masdar un parque de 800 MW a un precio de 29,9 dólares por MWh, unos 28 euros por MWh al tipo de cambio actual. La noticia es falsa, porque en octubre FRV ganó en México a 26,9 dólares por MWh y han trascendido ofertas aún más bajas: en septiembre, JinkoSolar y Marubeni ofrecieron 24,2 dólares por MWh en una puja de Abu Dhabi aún por resolver. Con independencia de quien gana la carrera de la asequibilidad, hay que reconocer que son cantidades asombrosamente bajas, muy lejos de los 450 euros por MWh que pagó España durante el boom de 2008; sirva de referencia que los mercados de futuros auguran un precio del mercado eléctrico en España de 43 euros por MWh el año que viene. Ahora bien, esas gangas energéticas tampoco se pueden considerar precios reales ni extrapolables a cualquier contexto. En primer lugar, porque el tamaño importa. Las economías de escala que obtienen las grandes plantas, como la de Dubai -forma parte de un macroproyecto de 5.000 MW-, no se consiguen en proyectos menores. En segundo lugar, porque el índice de irradiación también marca la diferencia: esos precios de derribo se corresponden con regiones próximas al Ecuador, con muchas más horas de producción equivalente que en otras latitudes. En tercer lugar porque no se trata de proyectos que vayan a generar energía inmediatamente: el de Masdar inyectará su primer kWh en 2020 y los redactores del proyecto tienen en cuenta el abartamiento de la tecnología -su curva de aprendizaje deslumbra con un 24 por ciento- y los precios que tendrán los equipos cuando arranquen las obras. En cuarto lugar está el muy atractivo coste del capital ahora, básico para una tecnología que requiere un fuerte desembolso inicial, que no se durará siempre. A esos elementos clave se pueden sumar otros -subrayados por Carlos Relancio, director general de Cox Energy durante un evento organizado por Unef, la patronal sectorial-, como el interés por entrar en un mercado, la enésima sobrecapacidad de fabricación de China o la necesidad de dar noticias a los mercados bursátiles. De modo que esos precios hay que observarlos con prudencia. En la UE la referencia más reciente es una subasta conjunta entre Dinamarca y Alemania de la semana pasada, en la que los ganadores han conseguido cinco plantas de 10 MW a un precio de 53,8 euros por MWh. En España podrían ser un 30 por ciento más baratas. Sea como fuere, en el sector solar hay asombro, pero se está seguro de que no pocos de esos proyectos low cost no se construirán, porque los números no se han hecho suficientemente bien.