El banco cubre en pocos días un 65% de la clausura de 302 sucursales prevista La presión de los mercados sobre el Popular se recrudece. Su cotización se desplomó ayer otro 7,78 por ciento y fijó un nuevo suelo en 0,771 euros, por las dudas sembradas sobre el plan estratégico por parte de Credit Suisse, que desconfía de su capacidad para retornar al dividendo antes de 2018 y previene sobre una eventual necesidad de capital con el proyecto Sunrise, con el que desconsolidará 6.000 millones de euros en activos ligados al ladrillo. La entidad apura plazos en un intento de dejar en papel mojado informes, como éste, con hechos. Ayer mismo detalló que ha completado en un 65 por ciento el ajuste en sucursales, echando la persianilla a 195 de las 302 oficinas que clausurará este año para ganar eficiencia y rentabilidad. El ERE con el que prescindirá del 20 por ciento de la plantilla logró superávit de adhesión, ha rediseñado la estructura corporativa, pero los dos retos vitales siguen, a ojos de los mercados, demasiado alejados: evacuar el corrosivo ladrillo y enderezar su insuficiente rentabilidad. Informes como el de Credit Suisse, junto a los emitidos antes por Standard & Poors, Bankinter o el que motivó otro descalabro bursátil de Bank of América ponen el dedo en la llaga: la dificultad de vender 15.000 millones en ladrillo hasta 2018; dada la lenta y limitada desinversión en los últimos años. La cotización sufrió uno de sus mayores reveses bajo este mar de desconfianza y agravado por el hecho de que el último estudio proceda de uno de los inversores que se han comprometido ya a participar en el proyecto Sunrise, junto a Deutsche, JP Morgan, Morgan Stanley, Cerberus y Apollo, para perplejidad del mismo mercado. El banco de inversión suizo aconseja infraponderar en la entidad, con un precio objetivo de 0,7 euros frente a los 1,1 previstos con anterioridad. Sus analistas temen que la cartera inmobiliaria continúe pasando factura a la rentabilidad -descartan que supere el 7 por ciento en 2018, frente al 9 por ciento objetivo-; limitan a poco más de 1.000 millones el beneficio que cosechará en el bienio 2017-2018 por ese lastre e, incluso, especulan con la posibilidad de que espere a entonces a restaurar el dividendo, en contra de lo sostenido ayer mismo por el banco de que restablecerá su abono el próximo año con la idea de normalizar en 2018 el pay out. La sangría bursátil es a la vez presa y origen de las diferencias surgidas en el seno del propio consejo de administración. Descontento con su evolución, el mexicano Antonio del Valle intentó, sin éxito, una fusión con Sabadell y ahora, según el Confidencial, habría tratado de sustituir al presidente Ángel Ron por Emilio Saracho, vicepresidente de JP Morgan.