Este veterano catedrático de Economía malagueño aceptó hace dos años el caramelo envenenado que le ofreció Susana Díaz: ser consejero de la Junta de Andalucía, pero encargarse de la Consejería del paro y de los escándalos -caso ERE, Invercaria, Cursos de Formación...-. A pesar de ello, el político ha conseguido mantener el tipo y no pierde su optimismo sobre el futuro de la región tras la crisis. ¿Cómo es que una región con el potencial de Andalucía tiene un millón de parados? Esto obedece a razones totalmente estructurales. El 80 por ciento de la economía andaluza está básicamente relacionada con dos sectores con una tremenda estacionalidad, como son el sector servicios, incluido el turismo, y la agricultura. Y esta estructura económica lleva a un mercado laboral donde priman la temporalidad y una menor formación. A esto hay que sumar lo que supuso el sector de la construcción, que ha dejado fuera del mercado de trabajo a 350.000 personas tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, la situación está cambiando, y en los últimos tres años hemos pasado de tener 1,2 millones de parados a bajar del millón. Si seguimos por el camino adecuado, en tres o cuatro años podemos volver a tener cifras previas a la crisis, y quiero recordar que Andalucía llegó a tener un 14 por ciento de paro. ¿Está diciendo que en tres o cuatro años vamos a pasar del 28 por ciento de paro actual a la mitad? Ojalá, pero no me refería a eso, sino a que vamos a seguir bajando el desempleo en los próximos años y no podemos tirar la toalla, porque tenemos el ejemplo del año 2006, cuando se llegó a esas tasas (14 por ciento). En cualquier caso, la estructura de trabajo está cambiando mucho en todos los sectores y debemos enfocarnos en una mayor innovación, porque cada vez se necesita menos mano de obra intensiva en casi todos los sectores, donde la tecnología está sustituyendo a los trabajadores. Estamos en un cambio de modelo que va a transformar totalmente el mercado laboral. Si el Gobierno y la Junta presumen ahora de los empleos que están creando, se les podrá acusar del paro que hemos sufrido, ¿no? Bueno, la realidad es que hasta esto ha cambiado. En otras crisis anteriores, las Administraciones Públicas tiraban de la economía con la inversión pública en grandes infraestructuras de transportes, de sanidad o de educación. Pero hoy en día las grandes infraestructuras de España están hechas y, además, lo que nos piden es austeridad y recortes. Así que el empleo sólo lo puede crear la empresa privada, y a las Administraciones Públicas nos corresponde facilitarlo y regularlo con todas las garantías para los trabajadores y las empresas. Y eso no se hace con una Reforma Laboral como la aprobada por Rajoy. ¿Tiene la Junta datos que demuestren los perjuicios de la Reforma Laboral que tanto critica Andalucía? Cuando pasen más años se podrán analizar con más detalles esos perjuicios, pero le puedo dar dos datos que ya se manifiestan inmediatamente. El primero es el aumento de la temporalidad, que supone el 96 por ciento de los contratos nuevos que se firma en Andalucía. Y la segunda consecuencia es una caída de salarios medios del 10 por ciento, y en algunos sectores del 20 por ciento. Esta pérdida de poder adquisitivo provoca la caída de la demanda interna y del consumo, y por lo tanto la ralentización de nuestra economía. Ahora el PP va a gobernar en minoría, ¿van a insistir en la derogación de la Reforma Laboral? Hay que darle una vuelta a la Reforma Laboral salvaje de Rajoy, que tanto daño nos ha hecho en Andalucía. Y como eso muchas otras cosas, como esa política de austeridad que afortunadamente está dejando de ser ese mito que todos defendían en Europa. Las fuerzas progresistas tendrán que plantear una serie de reformas para corregir el rumbo que nos ha traído hasta aquí, con el incremento de la desigualdad. Desde Andalucía lo plantearemos, pero tenemos escasas competencias en este sector. La Junta sí tiene competencias en Formación, pero en los últimos años la cosa se ha hecho de tal forma que ha terminado en los tribunales. ¿Qué han hecho mal? Bueno, yo lo que sé es que asumí esta Consejería hace dos años y he estado metido en un círculo diabólico, con acusaciones de malversación y de corrupción que ha sido terrible. Eso obligó a la Junta a suspender los cursos de formación y hemos hecho algo que no tiene parangón en Europa. Hemos analizado más de 18.000 expedientes de cursos de formación aprobados entre 2007 y 2012, y aún nos quedan por analizar otros 2.000. Eso ha obligado a un trabajo exhaustivo a nuestros funcionarios, que era incompatible con mantener en marcha el sistema. Ahora estamos terminando y parece que aquella idea de que había una trama política para llevar a cabo un fraude masivo se está aclarando. Quizá no haya habido una trama organizada, pero sí parece que haya habido descontrol, fraudes... Por eso, lo que nosotros hemos hecho ahora es volver a poner en marcha convocatorias de formación con una estructura y dinámica completamente distinta, en la que ya no existe ningún tipo de discrecionalidad por parte de la Junta a la hora de adjudicar los cursos, que salen en concurrencia competitiva. Todas las empresas que quieran concursar tienen que estar registradas y homologadas ante la Junta, tienen que demostrar la valía de su profesorado, y tienen que contar con una serie de requisitos tasados que se automatizarán, estando así más controladas y evitando también más discrecionalidad por la Administración Pública. Hemos sacado a concurso 1.779 acciones formativas que van a atender a unos 26.685 desemplados y que tendrán un presupuesto de 71,5 millones. Y los últimos datos que me han facilitado es que se han presentado 900 empresas a estos concursos. ¿Tiene la Junta una estrategia para reindustrializar la región? Bueno, yo creo que hay que hablar más bien de industrialización que de reindustrialización, porque desgraciadamente no hemos tenido un pasado industrial previo. Nuestra industria sólo supone un 13 por ciento del PIB y nuestra intención es que, al terminar el actual marco comunitario podamos llegar a un 18 ó 19 por ciento, con un empleo de calidad y sueldos más elevados.