El grupo prevé que haya más acreedores que se sumen a la inyección de dinero Abengoa inició el lunes el periodo de adhesiones al plan de reestructuración de la deuda que firmó en la madrugada del viernes y lo hizo con un respaldo por parte de los bancos avalistas y los bonistas que se han comprometido a inyectar liquidez equivalente al 30 por ciento de los pasivos financieros totales, que se aproximan a los 10.000 millones de euros. Ahora, el grupo tiene hasta el 25 de octubre para alcanzar el 75 por ciento que obliga la ley para poder presentar al juez la homologación del acuerdo (el 28 de octubre). De lo contrario, será liquidado. Un objetivo que en el entorno de la compañía no dudan en alcanzar, como ocurrió en marzo con el acuerdo de espera (standstill) para prorrogar las negociaciones siete meses. Esta convicción se sustenta en que el plan prácticamente obliga los acreedores a apoyarlo. Así, las dos opciones que tienen pasan por una quita del 97 por ciento del valor nominal de su deuda, manteniendo el 3 por ciento con un vencimiento de 10 años y sin devengo anual de intereses ni posibilidad de capitalización; o bien capitalizar el 70 por ciento de los créditos a cambio de un 40 por ciento del capital de la nueva Abengoa, de forma que el 30 por ciento restante de la deuda será refinanciado mediante nuevos instrumentos y que tendrán la condición de senior o junior en función de si dichos acreedores participan o no en los tramos de dinero o avales nuevos. El plan contempla la inyección de 640 millones de euros de nueva liquidez que asumirán una decena de hedge funds, junto con la refinanciación de los créditos concedidos en el último año, hasta alcanzar los 1.180 millones. En este punto, de acuerdo con fuentes del mercado conocedoras del proceso, el grupo andaluz prevé que haya acreedores que se sumen a la inyección de dinero nuevo a lo largo de este mes, lo que les dará mayor presencia en el capital. Antes de que culmine el periodo de adhesiones, Abengoa convocará una junta extraordinaria que se celebrará previsiblemente a mediados de noviembre y en la que se someterán a aprobación los acuerdos de la reestructuración, cuyo efecto inmediato será la dilución de los actuales accionistas hasta el 5 por ciento. Hasta conocer el resultado de la ampliación de capital no se conformará el nuevo reparto accionarial de la ingeniería, de la que la familia Benjumea (Inversión Corporativa) perderá el poder tras 75 años. Su peso en la nueva Abengoa dependerá de la decisión que tome el consejo en relación a la ecuación por la que se unificarán las acciones A y B. La idea actual es que se considere el número de acciones y no los derechos (las A tienen 100 veces más que las B). En la junta también se renovará al consejo, que tendrá un presidente ejecutivo (Gonzalo Urquijo sustituirá a Antonio Fornieles) y el resto serán consejeros independientes. Desaparecerá la figura de consejero delegado, hoy ocupada por Joaquín Fernández de Piérola, quien seguirá como director general de la firma (CEO -chief executive officer-). La nueva Abengoa arrancará con una cartera inferior a la de hace nueve meses y, tras salir unos 9.000 trabajadores en el último año, proseguirá con los ajustes de empleo.