Con una programación dedicada al teatro clásico, el certamen celebra este fin de semana sus dos últimas fechas. Por A. P.Con aires cervantinos y regusto clásico, el meritorio festival de teatro, que ha logrado ya, a fuerza de tesón y calidad, un prestigio internacional innegable, echa este fin de semana el telón, tras casi un mes de teatro y espectáculos de escena. Son muchas las representaciones que ha acogido a lo largo de todas sus jornadas, y algunas de ellas se mantienen este fin de semana. La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico pone en escena una nueva versión de la obra de Lope de Vega, La villana de Ge-tafe. La pieza, dirigida por Ro-berto Cerdá ahonda en las diferencias sociales, comunes al siglo de Lope, el de Oro, y al nuestro. El marco y la escena en el que se repersenta esta pieza no puede ser mejor: el bellísimo Hospital de San Juan de la localidad. Y no muy lejos del emblemático lugar, se encuentra la corrala de comedias, en la que también dentro de la programación del festival, este fin de semana se conmemora el año cervantino con la representación de Pedro de Urdemalas, del genial escritor, príncipe de las letras españolas, en versión de Jerónimo López Mozo y bajo la dirección de Denis Rafter. La pieza es una de las más originales de la producción cervantina. Inspirada en un personaje folclórico, mezcla picaresca, comedia de costumbres y enredos e ironía sobre el propio teatro. Cierra el trío de ases la versión de Hamlet realizada por Miguel del Arco y que se representa en otro escenario envidiable, la Antigua Unviersidad Renacen-tista. Con actores de la talla de Ana Wagener e Israel Elejalde, Del Arco ha aceptado el reto de versionar uno de los clásicos no sólo de la obra de Shakespeare, sino del teatro universal. Personajes y posibilidades ilimitadas, sobriedad escénica y decorativa, manteniendo la esencia del original para ahondar en uno de los temas recurrentes en las obras del bardo inglés: las contradicciones íntimas y connaturales del ser humano.