El grandioso Tony Soprano aseguraba en un capítulo de la mejor serie de la historia, mientras leía The New York Times, que el periodismo deportivo era a los hombres lo que la prensa del corazón a las mujeres. Dada la categoría ética del provocador mafioso de Nueva Jersey, conviene ponderar tal afirmación, y más teniendo en cuenta que ayer la noticia deportiva en este país no fue que la Comisión Europea exige a Real Madrid, Barcelona y otros clubes la devolución de 70 millones en ayudas públicas por considerarlas ilegales. El bombazo ha sido la reconciliación entre Casillas y Del Bosque después de que el exseleccionador le diera un zasca de humildad al guardameta, molesto porque no le dijo con mimo que iba a ser suplente en la Eurocopa. Los méritos de los protagonistas de esta historia humana (o culebrón) son inmensos: por las muchas tardes de gloria que han dado a los aficionados. Sin embargo, resulta difícil imaginar que un Telediario pudiera abrir la sección de Cultura con que el Premio Nobel Mario Vargas Llosa se va a casar con la viuda de un exministro, o con que Jesulín de Ubrique se separa de su mujer. Y son historias humanas que, por cierto, despiertan la atención de mucha gente. Mientras que los asuntos de la moda o la crónica social van en programas diferenciados, y fuera de los informativos, el cotilleo deportivo, tan alejado de la verdadera información, se instala en lo alto del podio del periodismo presuntamente serio. Pero Mariano Rajoy lee el Marca, no el Diez Minutos, y solo los amores y desamores deportivos, especialmente los del balón, merecen su propio hueco en el Olimpo de los telediarios. Ésta es la oferta que podremos rechazar: ellas cotillean, pero ellos se informan. Porca miseria.