Luz al final del túnel para Abengoa e Isolux Corsán. En la semana que termina, ambas empresas han presentado sendos preacuerdos con sus acreedores para reestructurarse e iniciar una nueva etapa, más pequeñas y con riesgos más limitados. En el camino caen sus dueños, los Benjumea en el caso de Abengoa y Luis Delso en el de Isolux, señalados ambos por la banca como los culpables de colocar sus empresas en una espiral financiera sin salida. No es objeto desgranar las diferencias entre una y otra, pero obviamente las hay. Baste señalar que Abengoa se halla en preconcurso desde noviembre, tiene miles de pequeños accionistas y el volumen de su deuda es descomunal (9.000 millones). Casi cinco veces más que la de Isolux (2.000 millones), cuyos acreedores, con el precedente de Abengoa, se anticiparon para refinanciar y esquivar el preconcurso. Sus negocios sí son similares, con fortísimas financiaciones para proyectos cuyas rentabilidades a la larga se han descubierto insuficientes. Y la solución (pre)acordada, también: liquidez, recapitalización, redimensionamiento y un futuro en el que la eficiencia operativa y la generación de caja prevalecerán. Adelgazarán -aún más- sus plantillas y su cartera de proyectos se limitará sensiblemente. Retornarán al negocio de construcción como principal rama de actividad. Tanto Abengoa como Isolux se han fijado el 29 de julio para cerrar el acuerdo. En el caso del grupo andaluz, sin embargo, se antoja demasiado optimista. Su reestructuración es mucho más compleja. Ahora tiene que redactar el acuerdo, que podría llevarle al menos dos semanas y, a partir de ahí, deberá atraer el apoyo de al menos el 75 por ciento de los acreedores y convocar, con un mes de antelación, la junta extraoridinaria que ratifique el convenio. Teniendo en cuenta la actividad de los tribunales en agosto, lo previsible es que el proceso demore su culminación hasta septiembre. Lo deseable es que tanto Abengoa como Isolux cierren su refinanciación cuanto antes. Su actividad exige financiación continua y desde hace meses ambos grupos han tenido que abandonar proyectos por ausencia de liquidez. Hasta confirmar el acuerdo, los bancos y fondos no inyectarán el dinero comprometido, imprescindible para garantizar las operaciones. El principio de acuerdo, al menos, ha apagado las dudas que se cernían sobre su viabilidad futura. Por el momento, el mercado ya ha premiado los títulos de Abengoa y, lo que es más importante, se desbloquean operaciones de venta que se encontraban en suspenso por la incertidumbre en torno a la viabilidad de la ingeniería servillana. En los próximos días se culminará el traspaso de su filial de telecomunicaciones Abentel a Ericsson. Le seguirán otras. Y, además, se verán acciones más concretas para reducir gastos, en la línea que recoge el plan de viabilidad. Todo con el objetivo de mejorar la ansiada eficiencia operativa. Un objetivo común con Isolux, que ya encara la fase final para elegir el comprador de su filial fotovoltaica T-Solar. También se deshará próximamente de las líneas de transmisión eléctrica en Brasil, Perú e India. Desinversiones que continuarán en los próximos años. Abengoa e Isolux serán dos empresas con un tamaño mucho menor y, presumiblemente, saneadas financieramente. Ahora bien, ese redimensionamiento, con accionistas de incierta estabilidad (bancos y fondos) que querrán rentabilizar el rescate, las colocará a largo plazo en el escaparate para quien quiera (y pueda) comprar.