El contrabando no golpea ya únicamente a los cigarrillos. Según advirtió ayer Altadis se ha trasladado incluso hasta las hojas de tabaco, poniendo en peligro miles de empleos en zonas productoras, como Extremadura. Durante los tres últimos años, entre 2013 y 2015, las ventas de picadura se han reducido en España en aproximadamente unas 800 toneladas, pasando de 6.900 a 6.100 en el último ejercicio. Es una caída del 12 por ciento, que se eleva sin embargo hasta el 28,5 por ciento en Extremadura o el 16,4 por ciento en Andalucía. ¿Y cuál es la razón? Para Altadis y Cetarsa, al margen del aumento de la presión fiscal, una de las razones que mejor explicaría este brusco descenso está en el tráfico ilegal. “Los descensos producidos en las ventas de tabaco de liar podrían indicar un cierto trasvase del tradicional contrabando de cajetillas a otro de hojas de tabaco picado”, según coincidieron ayer Rocío Ingelmo y Agustín Conde, directora de Asuntos Corporativos y Legales de Altadis y director general de Cetarsa, respectivamente. Cetarsa, la empresa pública que compra el tabaco a los agricultores, lo procesa y lo vende posteriormente a la industria para la fabricación de cigarrillos, asegura que se están realizando “los máximos esfuerzos para concienciar a los agricultores sobre los peligros que estas actividades pueden producir no sólo a la salud pública y a los ingresos del Estado, sino a la continuidad del sector”. El problema es que nos encontramos sin embargo ante un círculo vicioso. En España, como consecuencia fundamentalmente del auge del contrabando las ventas de la industria se han reducido a la mitad desde el inicio de la crisis económica. Con el tráfico ilegal llegando a superar incluso en algún momento el 12 por ciento del mercado -ahora se ha reducido ligeramente-, las empresas tabaqueras se han visto obligadas a reducir la compra de la materia prima que hacían a Cetarsa. Como su vez, esta compañía, lógicamente, ha disminuido sus adquisiciones de tabaco a los agricultores, se han producido excedentes en el mercado cuya vía de salida en muchos casos ha sido el contrabando. Y así, vuelta a empezar. Aunque no hay datos exactos, en el sector se sospecha que se pueden estar vendiendo con todo ello miles de kilos de tabaco sin ningún tipo de control sanitario, que según Agustín Conde, “pueden llevar desde restos de tierra a otros productos mucho más perjudiciales para la salud humana”. Y el problema se multiplica con la aparición de páginas webs que lo comercializan de manera ilegal. En Extremadura, de donde sale el 95 por cien de los 30 millones de kilos que cada año se producen en España, las consecuencias pueden ser dramáticas. Cetarsa es la segunda industria de la región, hay 10.000 familias viviendo del tabaco y si el tráfico ilícito va a más, la fabricación puede estar en peligro.