E n un minuto, se generan 4,1 millones de búsquedas en Google, se escriben 347.000 tuits, se comparten 3,3 millones de actualizaciones de Facebook, se suben 38.000 fotos a Instagram, se visualizan 10 millones de anuncios, se suben más de 100 horas de vídeo a Youtube, se escuchan 32.000 horas de música en streaming, se envían 34,7 millones de mensajes instantáneos por Internet o se descargan 194.000 aplicaciones. En 2020, más de 30.000 millones de dispositivos estarán conectados a Internet, según el último estudio Big Data elaborado por la escuela de negocios online OBS Business School. El informe Intelligent Assets: Unlocking the circular economy potential, presentado este mes de abril, eleva la cifra hasta 50.000 millones de dispositivos conectados en red, y calcula que su impacto económico podría alcanzar los 10 billones de euros anuales en 2025. Muchas compañías ya están sacando partido a lo que se conoce como el Internet de las Cosas (IoT) y han empezado a beneficiarse de la conexión entre los dispositivos físicos en diversas áreas de negocio y actividad. De la misma manera que las tecnologías de la información y comunicación son esenciales para mejorar la productividad y aumentar la competitividad de la empresa, su uso gana terreno en el ámbito de la RSC, en su gestión y su comunicación. Datos convertidos en valor En este contexto, las empresas manejan y tienen a su alcance volúmenes de datos sin precedentes. Ese flujo de información -que se conoce como Big Data- está formado por infinidad de datos, impactos útiles y valiosos para las empresas, que acaba perdiéndose ante la imposibilidad de ser gestionados. En el ámbito de la RSC, el aprovechamiento de esas fuentes llega de la mano de las herramientas de business intelligence (BI), que permiten transformar datos en información, y la información en conocimiento, con el objetivo de optimizar los procesos de toma de decisiones en la empresa. Los impactos que las estrategias de RSC de las compañías generan en la sociedad son tan evidentes como complejos de cuantificar. Pero si no se miden, valoran y cuantifican, no se pueden comunicar. La información sobre datos no financieros de las empresas ha ido evolucionando, y se ha ido disgregando en informes específicos de RSC o sostenibilidad, o integrándose en el informe anual de las compañías. Pero las empresas líderes en soluciones tecnológicas llevan tiempo trabajando en la iniciativa Consejo de Reportes Integrados (IIRC) para impulsar aplicaciones que revolucionen la práctica de reporte de información no financiera. Empresas como Deloitte, Indra, Credit360, PwC, SAP y Tagetik ya están ofreciendo soluciones tecnológicas que ayudan a aprovechar las nuevas tendencias en información y prácticas de reporte, y cubren una amplia gama de disciplinas, como software empresarial, de presentación de informes, de sostenibilidad, consultoría e integración de sistemas. Más allá de los informes de RSC, la tecnología permite aprovechar los canales de comunicación directos que brindan las redes sociales. Los ciudadanos se están convirtiendo en actores influyentes que las organizaciones deben tener muy en cuenta, incluso más allá de su condición de consumidores. “Es una forma diferente de hacer lobby”, según David Córdova, socio fundador de la consultora Vinces. El reto de las competencias digitales se convierte en desafío en el caso de las pymes. Según la última Radiografía Sage de la Pyme de 2015, sólo el 46 por ciento de ellas tiene presencia en redes sociales y el 79 por ciento todavía no utiliza aplicaciones en la nube. La CE acaba de lanzar un plan para movilizar 50.000 millones de euros de inversiones públicas y privadas, para digitalizar la industria europea, con una atención especial a las pymes.